Tras el éxito ciudadano en la recogida de firmas para dotar de personalidad jurídica al Mar Menor te pedimos, ¡oh Teresa Vicente! que encabeces, junto con tus benditos discípulos, igual campaña para la pobreza.

En la Región de Murcia tenemos 447.000 personas en riesgo de pobreza y/o exclusión social. A uno por firma para conformar la iniciativa legislativa popular, que es mandamiento para nuestros próceres o dignatarios. Medio millón de almas que sufren tanto abandono o más que nuestra laguna. Son el 30% de la población murciana la que se hunde en la miseria.

Sin apenas oxígeno para alimentarse o navegar en el proceloso mundo que les impide no sólo un salario digno sino la consideración de persona. Grandes olvidados, pasarían del inframundo a conquistar personalidad jurídica. Y como tal, a ser objeto de derecho. Ya sabes, trabajo, vivienda, educación, sanidad y, ante todo, dignidad. Pequeños detalles que establece una Constitución cuya base fundamental, como la inmensa mayoría que rige en el planeta, son las políticas de igualdad. El socorrido ‘todos somos iguales’.

Que nadie se quede atrás o, como mínimo, se cese de empujar a los que están con el agua al cuello hasta provocar su ahogamiento. Mas como son la parte más débil, reflejo quizá de las aguas nitratadas que linda con el mal entendido progreso, cualquier achaque provoca la catástrofe o el contagio a sus semejantes.

La pandemia, entre otras lindezas que ponen al descubierto nuestro frágil estado de bienestar, alimenta las colas del hambre. Salimos del 2020 con 20.000 pobres más en nuestra tierra de provisión, según denominación de los que no miran hacia abajo.

La inflación y los costes energéticos amenazan con apagar aún más la corrección de las desigualdades. Antes al contrario, a velocidad de la luz seguirá aumentando la brecha.

Necesitamos otra ILP, que nos des otra alegría o, al menos, nos permitas soñar.