Es una lástima que algunos se tomen pertenecer al Gobierno regional como si fuera un juguete, o peor aún, un pañuelo de usar y tirar, como demostró el portavoz tránsfuga de Ciudadanos; no lo digo yo, que también, sino su propio partido y el informe del Pacto Antitransfuguismo, tomando posesión de consejero para, a los pocos días, abandonarlo para beneficio partidista y personal.

Llevamos en los últimos tres meses demasiados cambios en el Gobierno regional, y lo último que necesita la Región de Murcia es trasladar a la sociedad una sensación de inestabilidad, desconfianza y temporalidad desde el propio corazón de la Administración pública regional.

Cuando uno ve entrar por la puerta de una consejería a alguien ajeno a la Administración, ni los empleados públicos saben si se trata del nuevo consejero, de un director cesado o que llega a tomar posesión un nuevo secretario general, y esa es la peor señal que la clase política puede trasladar para generar confianza y certidumbre.

En apenas unas semanas hemos pasado de encumbrar a la ex portavoz del Gobierno, Ana María Martínez Vidal, a insultarse no solo en las redes sociales, sino lo que es más grave, en el Parlamento regional; consejeros que llegan y se van, otros que al quitarle el brazalete de capitán, abandonan el campo; se convocan reuniones por primera vez, como es el caso del Observatorio LGTBi, y aunque las asociaciones más afectadas anuncian que no pueden ir, se sigue manteniendo la fotografía por encima de todo; hay consejeras que no saben absolutamente nada de personal, y mucho menos de sus atribuciones; las hay incluso que son negacionistas reconocidas en materia de la pandemia que atravesamos, y mientras sus trabajadores en un acto de responsabilidad se han vacuando, ella se jacta de no hacerlo: sería bueno que alguien le recuerde que la consejera es la superior autoridad en materia de personal de su departamento.

Nadie sabe quién tiene las atribuciones de una u otra consejería; por haber, hay hasta directoras generales que llevan mandando cartas y correos pidiendo personal y el silencio es la respuesta a la espera del ARCA.

Lo que debería ser el mayor ejemplo de eficacia, eficiencia, seriedad, profesionalidad y productividad, algunos se empeñan en convertirlo en su circo personal. Sería bueno que el propio presidente trasladara a su equipo que el gobierno regional no es la Banda de Pancho Villa, sino el poder Ejecutivo.

Por eso, es necesario que ya que todo apunta a que la legislatura durará hasta 2023, nos tomáramos mucho más en serio un órgano tan importante como es el Ejecutivo regional. Si seguimos haciendo fotos cada semana del nuevo equipo de Gobierno, estaremos tirando por la borda la posibilidad de que nos tomen en serio, no solo aquí, sino en cualquier lugar al que vayamos representando a la Región de Murcia.

Esta Región no se puede seguir permitiéndose el lujo de cambiar de oficiales cada mes, máxime ahora que llegan los momentos más difíciles de los últimos años, cuando el dinero que llega de Europa tendría que tener hace tiempo un ‘libro blanco de inversiones regionales’.

Pero si el Gobierno regional es una cosa seria a la que algunos se lo toman en broma, la oposición también debería asumir un papel mucho más riguroso. Si han decidido legitimar a la Asamblea Regional y al Gobierno regional, al que siguen acusando de órganos ‘ilegítimos’, al estar compuesto por tránsfugas y traidores, asistiendo a los plenos y comisiones, en vez de renunciar a sus actas en protesta por la deriva ética y parlamentaria a la que aluden, lo que la sociedad les exige al menos es que entonces asuman su papel de oposición, defendiendo los intereses generales por encima de todo.

Continuar aprovechando sus altavoces para seguir poniendo en duda la legitimidad del Legislativo y del Ejecutivo, lo único que les traerá será frustración y el olvido por parte de la sociedad. La gente está cansada de ver pelearse día sí y día también a la clase política, y lo único que quiere son soluciones a sus graves problemas. Y es una lástima que en esta santa región apenas se hable de todas las leyes que está aprobando las Cortes Generales que nos hace más democráticos, más solidarios y mejores personas, y en cambio, nos enzarzamos en mandatos, santorales y si ponemos el himno de España en los colegios.

La Región de Murcia no va a desaparecer, como algunos dicen por el aumento del caudal del Tajo. Buscar excusas y culpables exteriores se nos da muy bien; de hecho, si fuera así, que la región desaparereciera, que alguien me explique por qué muchos grandes agricultores siguen invirtiendo en la adquisición de fincas por el Guadalentín y Almería.

Hablemos de una vez de futuro, dejemos de llorar y de quejarnos, debatamos sobre emergencia climática, de tecnología, de I+D+i, de transporte. Pero aquí, en este rincón del sureste, nos gusta el barro más que a los cerdos, y somos el rebaño más dócil y domesticado que hay en España, ojalá algún día Murcia dejara de ser el juguete que muchos utilizan para vivir y divertirse. Ojalá empezáramos a tomarnos la Región y, sobre todo, sus instituciones, más en serio.