Tengo rota la tecla E del teclado del ordenador. Cada vez que la pulso salta y, lejos de arreglarla, aquí sigo, poniendo a prueba mi paciencia cada día. Siempre digo que es infinito mi aguante y la prueba la tiene esta tecla que salta a cada rato. Resisto, la miro y le digo que nuestra relación es como la película de Los Inmortales: «Sólo puede quedar uno. Eso o arreglarla.

He dormido con la ventana abierta y aún me resisto a quitar el edredón como a cambiar la ropa del armario. Fuera jerseys, hola vestidos y bikinis. Me produce una terrible pereza, la misma que me da el maldito calor que ya asoma la patita. Sigo sin comprender a quién le fascina este tiempo. A los negacionistas del cambio climático les preguntaría que me dijeran si ellos saben dónde está la primavera, porque ha sido fugaz mientras duró. ¿Se acuerdan del entretiempo, ese gran desconocido que se fue a por una rebeca por si refrescaba por la noche y nos ha dejado tirados de por vida?. Hemos pasado del abrigo a la manga corta sin anestesia. Toca enseñar cacha justo en el momento que nos sueltan a la calle, así sin pudor. Pedro, no te lo perdonaré jamás.

Se acaba el estado de alarma. No sé si somos conscientes de que se podrá pasear por la noche y viajar entre provincias, ver a los seres queridos o invitar a no convivientes a casa. Todo es extraño y me da un poco de miedo.

2021 empezó fuerte. Recuerden a un tío de dos metros y torso apolíneo asaltando el Capitolio junto a unos cuantos indocumentados siguiendo las indicaciones de un señor con la cara naranja, Con aquel arranque en la tarde de Reyes, todo hacía indicar que el año prometía, pandemia incluída. La vida nos había cambiado. No recuerdo la última vez que he vuelto a casa de madrugada o he salido de un concierto o he viajado a Roma. Por no hablar de la última vez que me senté en la barra de un bar a esperar a alguien. Nuestra rutina hasta ahora pasa por el cumplimiento de las medidas sanitarias, mascarillas, distancia, cierres perimetrales, toques de queda y, por si no teníamos bastante, se le han ido sumando en estos meses todo tipo de acontecimientos como temporales de nieve que sepultaron ciudades: ¿recuerdan Filomena? Si me leen fuera de Madrid recordarán a Filomena lo mismo que las últimas elecciones en la Comunidad de la Libertad, porque menuda turra han dado.

Madrid es no tener nada y tenerlo todo. Lo decía Ramón Gómez de la Serna y si no que se lo digan a Isabel Díaz Ayuso. Estarán saturados de las tres mil millones de lecturas de lo sucedido en la capital del reino y no voy a venir a amargarles el domingo. Seré breve en mi análisis: una campaña electoral que basa la estrategia en los líderes, diluye hablar de gestión y propuestas. En Madrid han votado en contra de… En cuanto Iglesias dijo que se presentaba, la Comunidad en pleno se puso el despertador a las 7.00 de la mañana del pasado martes para votar y sacarlo de la escena política. Estaba clarísimo.

Confrontación, sobres con balas, insultos, provocaciones y un debate bronco no traen nada bueno. Vale que las circunstancias en este año son distintas a cualquier precedente electoral, pero lejos de estar a la altura, el juego político si cabe ha sido más sucio, en general.

El PP de Ayuso y Almeida, señor Casado, le ha llevado a vivir su primera victoria chispas, su primera y última celebración en el balcón de Génova por aquello de la mudanza; ahora bien, esta victoria no ha sido suya, hágase mirar lo de la refundación del centroderecha, ese nuevo mantra que en el discurso, que no es más que ofrecerle a los naranjas subirse al barco antes del hundimiento. Estas elecciones si hubieran sido en clave nacional no saca esos resultados ni en sus mejores sueños. Quizás y solo quizás le ha salido una competidora dentro de casa. La refundación del centroderecha, como dice el señor Casado, ha traído la certificación de la muerte de Ciudadanos, y me produce una terrible pena por los amigos míos que confiaron y confían en su proyecto político, Entre todos la mataron y ella sola se murió, como decía mi abuela o, como digo yo: con Albert empezó el principio del fin.

A los de la izquierda, a los de Pedro, les diría que toca hacer autocrítica. Un partido que hace dos años ganó las elecciones y ahora se mete semejante golpe electoral merece un análisis y quizás tomar nota en otras Comunidades como Murcia. Madrid y la Región son clónicas, 26 años del Gobierno popular, con prejuicios y de derechas. Aunque Fernando no es Ayuso y el refrito tránsfuga puede pasarle factura dentro de dos años.

La nueva política ha muerto. Esa que nacía hace escasos nueve años, murió el pasado 4 Mayo. A la marcha de Rivera de hace un año se suma la de Pablo iglesias y lejos de ser simpatizante de su persona ni de sus políticas, es justo reconocerle que supo leer la voz de la calle hace unos años cuando la sociedad dijo basta.

De todo lo sucedido en estas últimas elecciones extraigo dos reflexiones: la gente se ha quedado con lo malo conocido antes que con lo bueno por conocer y una nueva izquierda, con aire fresco que conecta con la gente hablando de lo importante es posible. Gracias, Mónica y Errejón, por una campaña ejemplar, de la que muchos deberían aprender. Urralburu, calienta que sales. ¡Qué bueno será para el escenario político murciano que vuelvas a subir el nivel!

Dos años para unas nuevas elecciones, ¿saben la cantidad de cosas que nos pueden pasar en dos años si seguimos con el ritmo de acontecimientos? No les miento si les digo que ayer me tiré todo el día mirando por un ojo al cielo por si me caía ‘el cobete chino’. Todo puede pasar, los acontecimientos así nos lo demuestran: Superligas, Salvini felicitando a Ayuso, el Madrid fuera de la Champions, Ferreras al borde del colapso informativo, Biden pensando liberalizar las patentes de las vacunas, ¡pero cómo se atreve!

Mientras llega el verano nos lanzan a la calle. Siento vértigo, volvemos a ser triunfalistas, veo las maracas en las manos de muchos como si esto ya estuviera resuelto, cuando los contagios siguen y aún queda mucha población por vacunar. Entiendo nuestro cansancio, agotamiento y ganas de vivir y que el buen tiempo nos lleva a lanzarnos a la calle. Las orgías llegarán pero aún no creo que toque y se lo dice alguien que lleva bailando en el salón al menos dos canciones al día toda la semana porque literalmente, me bailo encima, pero aunque me reviente creo que aún debemos ser muy prudentes y no volvernos locos.

Esta pandemia me ha convertido en una señora mayor que se mete en la cama a las once de la noche desde hace un año. Tengo en la UCI a mi lado más golfo y no sé si tendré arreglo para cuando todo vuelva o me quedaré durmiendo en cualquier esquina el día que abran el Toni2. Hasta que vuelvan los bares y nos entreguemos a la madrugada, hagamos ejercicios de contención.

No sé si se acuerdan de la serie Canción triste de Hill Street, pero solo les digo: Tengan cuidado ahí afuera.