La singladura ha sido muy larga, pero el nuevo submarino de la Armada española ya es una realidad. Quedan las también largas y costosas pruebas de mar, pero la nave está terminada y cabe tirar una vez más de refranero español para recordarnos que nunca es tardesi la dicha es buena.

¡Vaya si lo es! Mi profesión me ha permitido tener la suerte de asistir a algunas botaduras de buques en los muelles de Navantia, con toda su parafernalia, y no recuerdo que a ninguna de ellas asistiera la Familia Real. Y mucho menos al completo. Los Reyes don Felipe y doña Letizia acuden al acto de amadrinamiento del primero de los sumergibles de la nueva serie 80, acompañados de sus hijas, la princesa Leonor y la infanta Sofía. Navantia y la Armada mantienen en secreto el nombre de la madrina de la nave, pero no hace falta ser adivino para saber que saldrá de una de estas tres invitadas reales, con permiso de la ministra de Defensa, Margarita Robles, que también asistirá a la ceremonia.

Mi apuesta, a riesgo de equivocarme, es que la elegida será la heredera del trono, por eso acuden sus padres y su hermana para acompañarla.

Además, un hito tecnológico internacional de la industrial naval tan relevante como el que se vivirá el próximo jueves con la puesta de largo del S-81, bautizado nada menos que con el nombre del cartagenero inventor del submarino, Isaac Peral, bien merece que lo amadrine una futura reina, pese a las crecientes reticencias hacia todo lo monárquico que puedan tener algunos.

La presencia de la Familia Real contribuye a dar realce a una noticia que ya por sí sola tendría un gran impacto mediático y seguro que habrá quienes aprovecharán para recordar algunos episodios para olvidar, que han sucedido durante el proceso de diseño y construcción del prototipo, cuya orden de ejecución firmó en el año 2004 otro cartagenero, el entonces ministro de Defensa Federico Trillo.

No es de buen gusto señalar los fallos y errores en el momento en que corresponden las enhorabuenas y los elogios por culminar un camino con éxito y que, además, augura un buen futuro del sector, ya que sitúa a España y al astillero de Cartagena, en particular, como uno de los referentes internacionales en la fabricación de submarinos convencionales.

Ojalá que, una vez superadas las muchas dificultades que se han presentado en el proyecto y, sobre todo, que el ‘producto’ está acabado y todos pueden verlo, empiecen a lloverle los contratos a Navantia para construir más sumergibles para otros países, porque supondrá un impulso a la industria naval española en general y a la de Cartagena, en particular, que nos vendrá como agua de mayo de cara a la remontada tras la desastrosa pandemia que aún nos asola.

Enhorabuena a Navantia y a la Armada por otro momento que marca la historia de nuestra ciudad y de nuestro país. Y, sobre todo, por no rendiros en ningún momento durante los más de tres lustros que ha durado la construcción de la nave, a pesar de que muchos la daban por hundida, mucho antes de que la echaráis al agua, lo que haréis en pocos días.

La culminación del ‘Isaac Peral’ supone además que, por fin, una buena noticia con Cartagena como marco principal recorra los informativos y periódicos de toda España y de muchos rincones del mundo.

Otro motivo más para felicitarnos, después de hacer el completo ridículo últimamente por ocurrencias como la carretera del ‘picoesquina’ o la vergonzosa disputa protagonizada por nuestros políticos regionales en la Asamblea Regional, donde unos y otros nos demostraron otra vez que les importa más hacerse con las riendas que manejarlas para el bien de todos.

Por último, no me resisto a finalizar con la siguiente reflexión. El ‘sabelotodo’ Google te remite hasta Cartagena cuando le preguntas sobre la ciudad del submarino. Y es que no hay muchas dudas al respecto, porque se trata del invento de un cartagenero y porque la base de submarinos de nuestra Flota está en Cartagena.

Lo increíble es que disponiendo de este filón turístico, no lo hayamos aprovechado en absoluto. El primer sumergible de la historia ha sido tan maltratado e ignorado como lo fue su inventor y tardamos demasiado en buscarle el digno lugar donde se exhibe actualmente, como estrella principal de una sala donde podemos conocer la evolución del arma submarina de la Armada española. Los que no hayan visitado esta joya del Museo Naval ya tardan.

Somos la ciudad del submarino, aunque desde Torrevieja llevan años sacándonos los colores y evidenciando nuestras vergüenzas con la exposición en sus muelles del ‘Delfín’, el submarino de la serie 60 que los dirigentes de esta vecina ciudad alicantina supieron convertir en un atractivo turístico que puede visitarse hasta por dentro. Nosotros, en cambio, llevamos casi tanto tiempo o más del que hemos tardado en construir el nuevo S-80 anunciando que dedicaremos la plaza anexa al CIM, entre otros lugares, para exponer y hacer visitable el ‘Tonina’, otro sumergible donado por la Armada a Cartagena.

Hemos hablado mucho de opciones y de ideas, pero la nave y su proyecto siguen en dique seco y deteriorándose. A ver si espabilamos. Lo que sí parece que sale adelante es la transformación de la casa donde vivió Peral en un museo dedicado a su memoria. ¡Ya era hora!

Sería una pena que en un momento de auge de nuestro patrimonio arqueológico, que casi con toda seguridad podrá conocer la Familia Real, y cuando nuestra ciudad crece como destino turístico, no sepamos sumar a esa variada oferta, de una vez por todas, una ruta dedicada al arma submarina con la visita al interior de uno de estos buques como principal reclamo.

Como dice el lema de los submarinistas, ad utrumque paratus, debemos estar siempre preparados para aprovechar las oportunidades que se nos ponen por delante, porque si las dejamos escapar, corremos el riesgo de hundirnos.