amoR-Roma

Próximo a cumplirse el año de la llegada de un inoportuno huésped, que llegó sin ser invitado y se instaló entre nosotros alterando nuestros hábitos, la sensación de lejanía de un horizonte que marque el fin de esta etapa provoca ansiedad y angustia, palabra esta que en latín precisamente significa ‘estrechamiento’, como revela el adjetivo ‘angosto’, un estrechamiento marcado en la reducción del cerco de nuestros pasos y en la dificultad de abarcar (estrechar) con nuestros brazos otro cuerpo, con tal de evitar o al menos reducir el peligro del contagio.

Encuentro una vez más en el mundo grecolatino motivo para dar cauce literario a los besos que han quedado temporalmente prohibidos. Pretendo recopilar mil poemas (se admiten también relatos de un máximo de mil palabras) que sean traducción o versión inspirada en el famoso poema V de Catulo, perteneciente a sus Carmina, en el que promete a su amada Lesbia cientos y miles de besos (Da mi basia mille), hasta perder la cuenta, ajenos a las habladurías de los chismosos, y atentos solo a amar disfrutando el instante fugaz de nuestra efímera vida.

Desde aquí lanzo una invitación a participar en esta propuesta a todos aquellos que lo deseen. Tan pronto alcance el millar de contribuciones procederé a la edición digital en acceso abierto de una antología homenaje al poeta de Verona que quedará a disposición de cualquier persona interesada. Esperemos que mucho antes hayamos podido volver a disfrutar de la vida intensamente, sin miedo ni restricciones, y sin que sea aconsejable escatimar las demostraciones de afecto hacia aquellos a quienes queremos. Ojalá pronto los besos, ilimitados, vuelen libres de corsé que los contenga en una cifra. Entre tanto, les daremos el envoltorio de las palabras, de la tinta y el papel, del sistema diádico en las pantallas de los dispositivos que nos conectan en la distancia y que han sustituido a los relegados, alvo en el círculo íntimo de esa burbuja que algunos privilegiados pueden disfrutar no sin prevención, y hasta cierta sensación de clandestinidad.

Cualquier día es propicio para el amor, pero mañana, día de San Valentín, desde que así lo estableciera a finales del siglo V de nuestra Era el papa Gelasio I por ser el aniversario de la muerte del santo cristiano, que nació y murió en Roma en el 270 d. C., se celebra el día del amor de pareja (y también de la amistad) en muchos lugares del mundo. En Alemania es el día en que se celebra la suerte. El delito de Valentín fue el de casar parejas en secreto, burlando así la prohibición del emperador Claudio II, que consideraba que los solteros eran mejores soldados. La infracción de la ley le costó la cabeza al oficiante, que se convirtió así en mártir y alcanzó fama perpetua, y en la celebración de su día aúna cristianismo y paganismo.

El amor y Roma tienen una relación tan estrecha que las palabras que designan a la ciudad eterna y al sentimiento que comparte la vocación de convertirse en imperecedero son palíndromos mutuos. Dependiendo del orden en que las leamos, el resultado será una o la otra. Roma (igual que Grecia, que, como dice Horacio en una de sus Epístolas, aunque cautiva, cautivó a su raptor), enamoran y apasionan a cuantos se aproximan a su historia y a su lengua, que nos ha servido de vehículo transmisor de ciencia y de una literatura que sigue siendo base de la literatura contemporánea y faro iluminador permanente de todas las artes.

En Murcia, la Titulación de Filología Clásica, la sección regional de la Sociedad Española de Estudios Clásicos (SEEC), y la Asociación Murciana de profesores de Latín y Griego (AMUPROLAG) trabajan con tesón y entusiasmo en la defensa de estos referentes culturales fundamentales. Contamos con el apoyo de muchos intelectuales, que se han pronunciado a favor de nuestras reivindicaciones con manifiestos y audiovisuales que pueden verse en YouTube en los que argumentan sus razones, así como de profesores, alumnos y simpatizantes, convencidos de que hay que defender el conocimiento y la ciencia, de la que forman parte también los estudios relativos al ser humano, las Ciencias Humanísticas, que deben no solo mantener su lugar en la Educación sino recuperar el que les corresponde y que ha sido reducido por sucesivas leyes que las han coartado.

Ese es el espíritu que anima al Curso abierto «El mundo Clásico en las Artes y las Ciencias»*, que el pasado 2 de febrero inauguró el pintor Antonio Martínez Mengual y que clausurará el 9 de marzo el historiador José Antonio Molina Gómez, donde quedan claros los lazos existentes entre los distintos saberes y su estrecha relación con la creatividad. Y, abrazándolos a todos, la pasión por el conocimiento y el amor al saber.