La guerra, injusta o no, es lo más alejado del terrorismo. La guerra que empezó Hitler fue injusta. La guerra para defenderse de Hitler, por parte de los aliados, sí que fue una guerra justa. Y ambas fueron la misma guerra. A los perdedores se les juzgó en Nuremberg, por crímenes de guerra. El terrorismo siempre es injusto. Siempre. No es la guerra. El terrorismo es criminal siempre. Siempre. El terrorismo no es una guerra de liberación. Nunca lo es. Es una agresión criminal, la mayor parte de las veces con muertos, matados a traición, con tiro en la nuca o bomba en un supermercado. La víctima no se puede defender, y no lleva armas. Es civil. El terrorismo envilece al pueblo que lo santifica para que se logre una supuesta liberación. Por eso son amorales, inmorales y execrables los recibimientos de celebración.

Ahora, la facción minoritaria del Gobierno quiere que se elimine del Código Penal la alusión condenatoria a estos eventos de fiesta popular de recepción a los terroristas que salen de las prisiones del Estado, en España. Que se celebre como héroes a quienes dispararon en la nuca de sus víctimas o encerraron en zulos a los raptados, etcétera, es una aberración, que no deja de serlo porque en esos pueblos exista una mayoría que así lo prefiere. La democracia puede ser prostituida por la propia democracia, y, por tanto, degenerada. La democracia aupó a Hitler. Un derrocamiento antes de la Segunda Guerra Mundial hubiera sido tachado de golpismo por la ultraizquierda en el Ggobierno. Lo mismo si ahora se derriba a Maduro en Venezuela o a los Castro en Cuba.

Pero, volviendo a la santificación de los terroristas excarcelados, hay que señalar como déficit democrático en el Estado español (España dicho más llanamente) esos recibimientos apoteósicos. Equivalen a si se recibiera en Alemania a un Mengele, celebrando una fiesta de la cerveza o así. No importa que sean mayoría, está equivocados y echan basura a la democracia. A su democracia. No le arriendo la ganancia a la derecha nacionalista si algún día, para su desgracia, consiguen su nacioncita querida y falsa.

Mientras tanto, no es contemplable en democracia, despenalizar todas las cosas que quiere Podemos, creyendo que son suyos los 120 escaños del PSOE en Las Cortes. La democracia pasa por no tolerar a los asesinos, y todos los excarcelados lo son en algún grado. Y, prometen, lo volverán a hacer en cuanto puedan: «Yo no asesino, yo ejecuto», dice uno de ellos. O sea, que son tan antediluvianos como sus ideas, y creen en la pena de muerte, como Franco.

La mayoría de españoles está contra eso.