Da la sensación de que a nadie importa las decenas de personas que cada día se quedan atrapadas en el asfalto. Unos por los atascos que se forman en los cinturones de la ciudad y, otros por la falta de frecuencia adecuada en el paso de los autobuses, que deja ojipláticos a unos usuarios que se merecen una medalla a la paciencia y el valor. Todos los días se la juegan y no saben si podrán o no subirse al coche de viajeros o éste pasará de largo y los dejará con un palmo de narices. Por no hablar, de los que se ven obligados a transitar con peligro extremo con medios alternativos de transporte.

Hubo un tiempo en el que el ayuntamiento de Murcia parecía que se tomaba en serio este asunto. Era la época en que había una concejalía de Tráfico, con esa nomenclatura tan clara y transparente, y en la que se hicieron, con críticas y halagos, distintos proyectos que a la larga dieron sus frutos. Ahí están, entre otras iniciativas, los túneles, los primeros carriles bici en la zona norte, las peatonalizaciones de Santo Domingo y Belluga la puesta en marcha del Buhobús (aparece y desaparece del municipio como el Guadiana) y los rayos, las bancadas de bicis públicas y el tranvía, un medio de transporte ecológico que ha visto truncado un éxito mayor al no desarrollarse las fases previstas.

Después de ese tiempo, las iniciativas para lograr una movilidad sostenible (nombre o eufemismo que tiene ahora el departamento de tráfico) van a unas revoluciones demasiado lentas para lo que requiere una sociedad en la que se han producido cambios rápidos y necesidades urgentes. En los últimos siete años, el Ayuntamiento ha propuesto dos planes 'Muévete' para lograr que los ciudadanos se trasladen de un sitio a otro de manera eficiente y ecológica.

El primero presentado en 2013 bajo el mandato del alcalde Miguel Ángel Cámara, que se fue de La Glorieta sin cumplir las medidas importantes que llevaba: más carriles bici, más kilómetros de tranvía, aparcamientos disuasorios, etc. El segundo vino de la mano del actual Gobierno local y fue anunciado en mayo de 2019 (tranvibús, más aparcamientos disuasorios, etc.) con un coste de 136 millones, casi un tercio del presupuesto anual del ayuntamiento de Murcia.

Antes, se presentó la Ordenanza de Movilidad. Concretamente el 27 de noviembre de 2019, una norma que ahora, más de un año después, se expone sin concreción ni enjundia para que los ciudadanos presenten alegaciones o sugerencias. En esa ordenanza, se anuncia como reto «la transformación digital, que supone una 'revolución disruptiva' en el transporte desde el punto de vista humano, social y tecnológico». Una parrafada que queda muy moderna, pero que está supeditada entre otros aspectos a que la Comunidad autónoma transfiera las competencias de transporte al Ayuntamiento, una operación que no tiene fecha ninguna. Por nadie pase.