Tengo la impresión de que vamos a cerrar un año muy estúpido, en el que se ha perdido, digamos un poco, eso de mirar al lado y arrimar el hombro. Normal, todos nuestros valores han sido tocados, algunos tocados y hundidos, pero no podemos olvidar lo que somos, somos buenas personas, somos generosos, somos la mitad de uno mismo y la otra siempre entregada a los demás. Somos quienes espabilamos a base de caernos para después levantarnos; somos los que incansablemente nos mantenemos rectos, en equilibrio, cada vez que la guantá nos da de lleno. Así somos, y me temo, aunque quiero pensar que es pasajero, que se nos está olvidando. Levantemos la cara del suelo y al erguir la espalda notaremos que ahí dentro sigue latiendo algo que es más que un corazón. Ya, no solo en navidad, pero guste más o menos, este año tan despreciable termina en navidad y ¿recuerdan que en años anteriores había personas que lo estaban pasado regular? Pues este hay más. Arrimemos el hombro.