La vida sigue y con ella la vuelta al colegio, al trabajo presencial, el día a día intenta abrirse paso en la nueva normalidad mientras el virus sigue ahí.

Nuestros políticos han vuelto también al colegio, que es donde parece que están, siguen las pataletas entre bancadas, que si el acento murciano de García Egea el Coletas no lo entiende o el señor de verde dice que con Franco todo iba mejor. El caso Kitchen y Casado negando a Rajoy como San Pedro, o la Caja B del partido que ahora también es casta están en el disparadero de la actualidad mientras somos los mismos quienes seguimos pagando facturas y haciendo malabares para llegar a fin de mes.

Los rebrotes aumentan, el virus golpea a los que no pueden teletrabajar y van pegados en el metro, son los barrios obreros los que se llevan la peor parte de una pandemia que sí entiende de clases, temporeros en Jumilla o en Lorca trabajan en condiciones demenciales poniendo en riesgo sus vidas expuestas a contagios.

Son muchos los sectores afectados por esta crisis sanitaria que poco a poco va arrasando puestos de trabajo, cerrando negocios y limitando la actividad de muchas empresas que temen tener que bajar la persiana más pronto que tarde.

Atrás quedan los días de silencio, en que los colectivos de primera necesidad sujetaron este país: supermercados, farmacias, bancos, cocineros poniendo a sus disposición sus negocios para preparar comida para familias que no tenía nada que darles a sus hijos, o cómo la cultura nos alivió cuando el silencio, el miedo y el profundo dolor nos paralizó. Qué lejos queda todo y cómo el ruido de nuevo desvía la atención de lo importante. Escuchar a los diferentes sectores y sus necesidades para poder ayudarles, ¿es tan difícil?

Tengo la sensación de que me repito al reivindicar una y otra vez gestión y trabajo en equipo por parte de nuestra clase política, pero me doy cuenta de que no tienen ni idea de como hacerlo. Por ejemplo, me pregunto: el ministro de Cultura y Deportes, José Manuel Rodríguez Uribes, además de poner un tuit alabando a Messi, ¿a qué se dedica? He estado echando un vistazo a su actividad en estas últimas semanas para ver qué medidas había adoptado para ayudar a la cultura y más concretamente al sector musical y aún no salgo de mi asombro ante unas declaraciones suyas en las que viene a decir que la música clásica puede seguir adelante pero ve imposible que el pop o el rock vuelvan a su actividad de la antigua normalidad. Dirán que es una comparación muy manida, pero el ministro no concibe un estadio o recinto lleno de gente para ver un concierto, pero ¿sí podemos ver plazas de toros a reventar de gente? Ojo, que yo no estoy aquí para abrir el melón de la tauromaquia, pero sí para preguntarme: ¿qué base científica avala una plaza de toros llena de gente y no una plaza de toros u otro recinto lleno de gente viendo un concierto de música? O ¿por qué viajo codo con codo con gente en un tren o avión, pero no podemos hacer eventos culturales seguros porque no los permiten y los cancelan sin razonamiento médico o científico, como el Tomavistas Extra en Madrid hace unos días.

La gestión cultural, esa gran desconocida para los que ocupan puestos de responsabilidad en las Administraciones, que ante el pánico y el desconocimiento, al ser los que deciden sobre la realización de los eventos públicos y no saber cómo hacerlo, optan porque no se hagan, sin dar más explicaciones, y así se evitan un marrón.

Qué oportunidad está perdiendo señor ministro de vender cultura segura ante las concentraciones de jóvenes para beber y generar olas de contagios que nos podríamos evitar si apostamos por ofrecerles opciones culturales atractivas cumpliendo todas las medidas de seguridad.

Que alguien me diga un solo brote en un concierto de los realizados al aire libre, obra de teatro o sala de cine; nadie puede porque no hay ninguno. La cultura genera progreso, sin ella no cabe exigir ninguna conducta moral, así que señor Uribes debería hacérselo mirar, igual que debería sentarse con promotores, técnicos, responsables de las salas de conciertos, asociaciones cinematográficas o artes escénicas. ¿Sabe que ellos no pertenecen al régimen de artistas y no pueden percibir las ayudas que ha destinado al sector? Con su nefasta gestión está demostrando un nulo conocimiento y no entiende que no vale con los ertes, las ayudas por desempleo o por cese de actividad. No, señor ministro, en vez de ayudas por cese de actividad haga algo para que toda esta gente no se vaya a la calle. Javier Olmedo, responsable de La Noche en Vivo, decía el otro día, y estoy totalmente de acuerdo, que es urgente un plan estratégico para la cultura. Póngase a ello y o váyase porque no merece el cargo que ocupa; la cultura es segura, y el ministro la está abandonando a su peor suerte.

Al sector cultural en este momento tan delicado le pido unidad, solidez y fuerza; desde aquí mi apoyo a Alerta Roja, movimiento de profesionales del espectáculo y los eventos que está alzando la voz en toda Europa para reivindicar soluciones y aportar experiencia y talento con su trabajo para poder ayudar a las Administraciones para trabajar y ofrecer conciertos, abrir las salas y que la música nos ayude a todos a no volvernos locos.

Pero la cultura no es la única que está siendo maltratada durante esta crisis. Esta semana en toda España los hosteleros salían a la calle para pedir que les dejen trabajar y se adopten medidas extraordinarias que faciliten su trabajo. ¿Es tan difícil dejar trabajar con seguridad y protección?

Creo que se están tomando medidas injustas que van a terminar de hundir restaurantes, bares y lugares de ocio en todo el país, sin justificación. La ciudadanía se está volcando con la hostelería, en cuanto nos dejaron salir hemos acudido al bar o restaurante de siempre a tomarnos cañas para ayudar a un sector que poco a poco a medida que avanzaba la desescalada iba haciendo esfuerzos, acomodando los espacios a la nueva normalidad y acondicionando con todas las medidas de seguridad a los equipos de los restaurantes, bares o lugares de ocio. Pero, no, en cuanto aumenta el número de contagiados son los hosteleros los primeros en sufrir el recorte de aforo por que si.

En Murcia, por ejemplo, ¿me van a decir que un lugar como el restaurante Alborada o el Parlamento Andaluz son focos de contagio y no lugares seguros? Creo que como dice el presidente de Hostemur, Jesus Jimenez, «se deben tomar medidas quirúrgicas en aquellas zonas que lo necesiten, no en toda la Comunidad, ya que la Región es la que ha adoptado las medidas más restrictivas». Y yo me pregunto, ¿con qué argumentos? Eso sí, las casas de apuestas permanecen abiertas sin problemas, con todas las facilidades. ¡Que no les falte de ná! Cómo huele eso, señores.

Más gestión y menos restricción les pido a los políticos; quizás les esté pidiendo mucho, porque algunos de ellos prefieren sacrificarlos a todos antes que tomar decisiones valientes, sentándose con los implicados, escuchando sus necesidades, dialogando y llegando a acuerdos que favorezcan a todas las partes. Pero no. En fin.