Cuando me preguntan porqué me gustan tanto los perros apenas atino a mencionar los lugares comunes de la lealtad o la compañía. Pienso más bien en que me gustan los perros porque ellos y yo somos parientes, familiares, primos lejanos aunque nuestro ancestro común haya de buscarse en algún lejano punto entre hoy y aquella ameba prehistórica que comenzó a evolucionar en su caldeado y somero hábitat costero.

Mi primo me mueve el rabo y me piden juego mientras leo un libro sobre la historia de la vida humana. La aparición del hombre, de Josef Reichholf, es un ensayo científico que se lee como una novela, una fascinante visión del pasado que explica desde la óptica ecológica los trascendentes cambios de la vida que han dado lugar a que ahora seamos nosotros quienes somos. Hipótesis y certezas en las que tanto peso tienen los trascendentes microcambios de la biosfera (como el increíble invento de las mitocondrias) como las gigantescas fuerzas que la tierra puso en juego con la deriva de los continentes.

Mis compañeros biólogos, y tantos otros científicos de las ciencias naturales, están comenzando a desentrañar algunas de las claves de la evolución, las mecánicas de la vida y las razones de sus éxitos y sus fracasos. Y conforme más se sabe, más crece la admiración por la sorprendente complejidad de la biosfera y por los increíbles descubrimientos que ha hecho la propia vida para conseguir ser y para perfeccionarse. Una ingeniosa forma de intercambio de materiales a través de las membranas de una célula; una inteligentísima forma de aprovecharse de las bacterias para que los rumiantes aumenten la capacidad calorífica de su pobre alimento; un sorprendente mecanismo para que una hormona llegue a donde debe; las razones por la que los caballos tienen algo así como un solo dedo; la alucinante manera en que dos células, junto a dos cuerpos, se juntan para crear más células y otro cuerpo,?

Me pondré trascendente y culto: la Vida es una pasada.

Tras saber algunas de estas cosas, tras conocer, maravillarse y apreciar los hechos de la vida, uno está en perfectas condiciones para pasar al compromiso. ¿Cómo se puede ser injusto con la biosfera? ¿con qué derecho dañamos en la mísera escala de nuestro tiempo geológico procesos tan trabajosamente construidos durante millones de años? ¿Qué mal nacido se permite el maltrato animal? ¿desde qué moralidad no se debe estar contra una guerra, la extinción de una especie, la desaparición de los ecosistemas?

Conservar la biosfera se trasforma en una obligación ética, individual y colectiva, si se parte del conocimiento de lo que la biosfera hace por nosotros. Por eso hay que aumentar la cultura biológica entre la población. Por eso hay que incorporar más horas curriculares de biología en la secundaria. Por eso hay que enseñar de forma más amena. Por eso hay que divulgar, sin adoctrinar pero comunicando. Y también por eso conviene tener perro, porque además seguro que acertará a moverte el rabo en el momento en el que más lo necesites.