La directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, ha hecho unas declaraciones en las que felicita a España por haber puesto en marcha el Ingreso Mínimo Vital, porque considera imprescindible proteger a las personas más vulnerables de estas crisis, y porque la pobreza en España es la más alta en relación con la del resto de Europa ya que un 21% de la población se encuentra bajo el umbral de la pobreza, cuando en la Unión Europea es menos del 17%, por lo que, según sus palabras, España tiene una importante labor para mejorar la desigualdad en el país, y este es un buen instrumento. Añadiendo que este es el momento en el que los Gobiernos tienen que gastar para salir de esta crisis global.

Y este discurso tan razonable, hecho por una autoridad económica tan relevante, deberían leerlo algunos empresarios españoles (nos consta que otros muchos sí lo comparten), que al parecer están en otras historias. Unos empresarios que parecen pensar solamente en ellos mismos, en sus propios intereses, sin valorar que es este Gobierno, al que ellos critican muchas decisiones, el que ha hecho posible que compañías con problemas, pero otras muy sanas, hayan podido tener liquidez frente al desplome de la actividad económica provocado por las restricciones que ha impuesto el coronavirus.

El mecanismo principal para asegurar la liquidez ha sido una línea de avales públicos de hasta 100.000 millones de euros del ICO, dirigidos principalmente a pequeñas y medianas empresas, aunque al parecer otras grandes se han enganchado a esta ayuda.

Al parecer, que las empresas tengan ayudas, algo que nos parece muy bien porque éstas son las que generan empleo, a los empresarios les parece muy bien, necesario y hasta exigible, pero esos mismos que lloran para que el Gobierno les eche una mano en sus problemas (reitero mi comprensión hacia ellos), resulta que salen en tropel a mostrar su desacuerdo por la puesta en marcha de algo absolutamente necesario como es el llamado Ingreso Mínimo Vital. Pongamos por caso las declaraciones del secretario general del Círculo de Empresarios, Alfredo Bonet: «Desde el Círculo de Empresarios no vemos la conveniencia de una renta básica universal, ya que se ha demostrado ineficaz en los países que la han ensayado y desincentiva el espíritu emprendedor», y es que, al parecer, algunos piensan que ya nadie va a querer trabajar o, según algunas declaraciones, esto «presionaría al alza los salarios y distorsionaría la negociación colectiva».

Tengo la impresión de que esto es lo que han querido siempre, tener la sartén por el mango, y el mango también , porque tras eso de «distorsionar la negociación colectiva» se esconde el deseo de continuar teniendo la fuerza de los salarios y de las condiciones laborales a ofrecer: ya hablan, desde foros empresariales, de las dificultades que se encontrarán en la renovación de los convenios colectivos que venzan próximamente, porque entienden que les será mucho más difícil llegar a acuerdos.

Bien, pues que pongan la imaginación a trabajar, que no se apoyen en el hambre de muchos trabajadores (hay asalariados que no llegan a final de mes) para conseguir en esos convenios todo lo que los empresarios proponen.

Antonio Garamendi, presidente de la CEOE, dicho durante una charla pronunciada en Santander: «Lo que nos preocupa profundamente es el déficit del Estad0». Algo que nos parece razonable, pero yo prefiero el discurso de la directora del Fondo Monetario Internacional, Kristalina Georgiev, cuando afirma que «estamos diciendo a los Gobiernos: gasten cuanto puedan. Hay que salir de esta crisis».

Teniendo en cuenta lo que ocurrió en 2008, a mí esto me parece muy justo; ya era hora de que las crisis no las pagaran siempre los mismos.