Si alguien pensaba que estos meses de crisis, confinamiento, desescaladas, decretos ley a medida y teletrabajo iban a servir para que de una vez por todas la Administración abriera el debate pendiente de su reforma, se equivoca. No solo todo seguirá igual, sino que, con la aprobación de los decretos ley firmados por el Gobierno regional, en los que el consenso y la colaboración han estado tan ausentes como la transparencia y el buen bobierno, que ya es decir, la Administración, en este caso autonómica, ha decidido apostar por seguir actuando como pollo sin cabeza.

Una vez acabados los aplausos y apaciguadas el puñado de cacerolas que se hacían sonar desde algunos chalets, adosados y pisos céntricos, los eternos problemas de la Administración han aumentado, y en vez de sentarse todos a poner el reloj administrativo a 1 de junio de 2020, se ha decidido sumergirse en la administración del amiguismo, el compadreo y la chapuza, antesala de la corrupción que nunca nos ha abandonado.

Los sindicatos mayoritarios han optado por una foto en San Esteban que todavía nadie sabe para qué sirvió, frente a la necesidad de reformar el modelo de Función Pública, en el que miles de personas siguen sin saber muy bien qué hacer ni de quien dependen ni cuál es su futuro laboral.

Los interinos siguen siendo tratados como klinex, los puntos de las bolsas del SMS siguen aumentando a base de euros, las externalizaciones y privatizaciones continúan esquilmando los recursos públicos, ofreciendo un servicio de peor calidad y a un mayor precio, los controles administrativos sobre las subcontratas brillan por su ausencia, y por si faltaba algo, resulta que la CROEM es la que dirige y decide qué servicios públicos aparecen, desaparecen o se transfieren.

No existe la más mínima colaboración con los Ayuntamientos, donde algunos alcaldes y alcaldesas siguen campando a sus anchas y haciendo de su capa un sayo para nombrar personal.

Los sistemas de acceso a la función pública siguen premiando la cantidad, los temarios no solo son arcaicos, sino que no cumplen sus cometidos, se siguen manteniendo modelos de cuerpos que apenas tienen presente y, mucho menos, futuro.

Reconozco que solo me queda la esperanza de la ministra de Función Pública que, antes de la losa que nos cayó encima, dijo en una comparecencia que el modelo tenía que dar un giro de 180 grados. Una lástima que otra vez tengan que venir de Madrid a tutelarnos, a decirnos que estamos anticuados, sobredimensionados, desestructurados y desorganizados. Pero parece que palos con gusto no duelen. Que siga el 'guirigay' autonómico, esto lo aguanta todo, y si no que se lo pregunten a Ciudadanos, que cambian de juguete cada semana.