Siempre he sido poco del Dúo Dinámico y más de Gloria Gaynor; su I will survey lo he entonado a grito 'pelao' en mi 'inglis pitinglis' muchas veces para desahogarme en este encierro. Aunque es el himno para los españoles durante esta pandemia, Resistiré, de Ramón Arcusa y Manuel de la Calva, mejor se lo dejo a Victoria Abril y Antonio Banderas, que lo cantan a las mil maravillas en una de las películas de Almodóvar, el afamado director manchego; también a Ifema, la feria de Madrid convertida en hospital para combatir el coronavirus, que ha querido llamar así a su biblioteca para los pacientes, una ejemplar iniciativa ya premiada por la Asociación de Editores Madrileños por pensar en los libros y la lectura como una manera para soportar la enfermedad, el dolor, la soledad y el desaliento.

Bajo el lema «Los libros acompañan. Y también curan», en la madrugada del 30 de marzo los sanitarios Ana, Alba, Mar y José Luis pusieron en marcha la Biblioteca Resistiré que ya ha recibido más de 4.000 donaciones de libros, también de gafas para leer, y ha acompañado a más de 3.000 enfermos, muchos de los cuales han recuperado su amor por la lectura. Mi más sincera enhorabuena.

Siempre he admirado a los holandeses y no me extraña que sean ellos los que lideren el desafío de reestructurar su economía a partir de lo que nos ha tocado vivir en el presente. Estos son los cinco puntos del manifiesto para el cambio económico tras el coronavirus basado en los principios del decrecimiento y propuesto por 170 académicos: pasar de una economía enfocada en el crecimiento del PIB a diferenciar entre sectores que pueden crecer y requieren inversión como educación y salud y otros que deben decrecer radicalmente como la minería; construir una estructura económica basada en la redistribución; transformar la agricultura hacia una regenerativa; reducir el consumo y los viajes y, por último, la cancelación de la deuda, especialmente de trabajadores y poseedores de negocios pequeños.

Todo me parece bien, lo de los viajes menos porque son mi pasión y mi trabajo, pero entiendo que probablemente no nos quedará más remedio. Mientras espero a subirme a un avión, porque alguno habrá o eso espero, me consuelo con contemplar el mar en fotos y soñar que ando de safari conectándome por Youtube con Wild Earth, aunque jamás será lo mismo ver un elefante a pocos metros.

¿Se os empañan las gafas cuando os ponéis la mascarilla? Restregad los cristales con una pastilla de jabón seco, una gamuza para limpiarlos y listo el remedio. También os podéis dar aire con la mano, un trozo de papel, una carpeta o lo que tengáis a mano y volverán a estar transparentes. Lo de utilizar la saliva como cuando buceamos no es buena idea.

«Como está tu pelo, así está tu alma». No es justo, tengo canas, una melena de leona que ni sé por donde cogerla y Patro, mi peluquera, no puede moverse. Por favor, para psicoanalizarme mejor esperemos a salir de este condenado encierro.

Mi heroína de hoy: ella, siempre fuerte venga lo que venga. Eres todo un ejemplo. Ánimo, ya queda menos.

Os quiero. Cuidaos.