Sinceramente, la situación del transporte en el municipio de Murcia es insostenible. Y eso que solo me centraré en ese, porque en el resto de la Región la cosa no está mejor.

No hay un plan estructurado, una organización; todo son parches, ideas luminosas, geniales, sublimes, pero no un programa para mejorar el transporte en un municipio complejo pero que necesita de un sistema de trasporte no de otro mundo, sino tal y como lo tienen otras ciudades españolas. ¿Es mucho pedir?

Ni tenemos más paciencia, ni aguantamos más tiempo esperando.

Esperábamos en 2009 cuando las concesiones iban a mejorar a cambio de ampliarles la concesión y seguíamos esperando en 2012 y 2015 con prórrogas para cumplir esas mejoras. Nada.

Esperábamos en 2010 cuando el entonces alcalde prometió un nuevo modelo de transporte urbano, que «partirá de cero para adaptarse a la realidad actual del municipio». Nada.

Esperábamos en 2012 cuando, por culpa de las administraciones, se redujeron los servicios y subieron las tarifas. También en ese año vimos cÓmo, ajustándose a la legalidad pero no a la efectividad, se separaron la gestión de los autobuses urbanos y los de pedanías con lo que el transporte en el municipio se vio afectado negativamente.

Se perdió paciencia cuando en 2013 desapareció la Entidad Pública del Transporte como ejemplo vivo de falta de interés por la movilidad.

Esperábamos en 2015 que cumplieran con la Ley de Transportes. Tiempo tenían hasta finales de 2019. Y ni Plan Director de Transportes ni cesión de competencias al Ayuntamiento.

Esperábamos en 2017 que la tan cacareada Mesa del Transporte hiciera algo. Desde marzo de 2018 no se reúne y eso que debería hacerlo cada seis meses. Que se pusieran en funcionamiento las mejoras prometidas. Nada.

Esperábamos, año tras año, mejoras en el transporte universitario. Mejoras que no llegan pese a las quejas del colectivo y las cansinas promesas de la administración. Nada.

Le decimos a la señora concejala que no nos creemos que trabajen en el desarrollo del proyecto de movilidad que vertebrará el municipio «con el que se mejorarán las frecuencias, las capacidades, las tarifas y los tiempos de recorrido». Son ya tantísimas las promesas incumplidas. Dos años de espera son muchos. Hagan algo mientras.

Por ejemplo, volver a los servicios restringidos en 2012 habida cuenta de que la crisis ha pasado y que el número de viajeros ha subido a niveles superiores a esa fecha.

Por ejemplo, mientras llega ese proyecto repongan los bonos que existían en 2012, o mejor, establezcan bonos y billetes únicos en el municipio y válidos en todos los medios de transporte. El mecanismo está disponible gracias a ese bono tricolor, pero que conste que con ese bono no se obtiene el mismo precio para todo el transporte público de Murcia. Solo es querer.

Otro ejemplo, pongan en hora punta un 39B cada cinco minutos desde la Glorieta para que todos los estudiantes de pedanías puedan hacer transbordo antes a la Universidad.

Instauren el sistema de carga de bonos fuera de los autobuses para agilizar la subida de viajeros al autobús.

¿Quiere más ejemplos?

Un anterior en el cargo prometió mejoras en las líneas 1 (autobuses al Polígono Oeste de cinco a quince los laborables sin esperar al Tranvibús ni al tranvía), 7 (seis nuevas expediciones los laborables y servicio los sábados por la mañana), 30 (aumento de ocho expediciones por la mañana) y 91 (aumento de salidas y servicio los domingos). Incluso estaban en los presupuestos de 2018 con sus partidas, y reflejados en los acuerdos PP-Cs. Cúmplanse.

Y por último, otro ejemplo de no querer implicarse en la mejoría del transporte: Cuando por la riada de septiembre quedó cortado el puente que de manera directa comunicaba Los Ramos con Zeneta, los autobuses tenían que dar un rodeo y eso significaba más tiempo, más kilómetros, quizás un autobús de refuerzo. El convenio marcaba los euros de subvención con unos servicios concretos y se variaban vendría el correspondiente aumento de ella.

Un Ayuntamiento responsable habría optado por asumir la diferencia en pro del servicio a los ciudadanos, pero se optó por reducir el servicio, pasando de 16 expediciones a 11 desde Zeneta.

Si puede ser, introducir cualquiera de estos epígrafes: Contaminación. Prórroga de las concesiones o plan director de transportes mal hecho. Los últimos acontecimientos. Sangonera la Cerde, Puente Tocinos.

Si nuestro alcalde creyera de verdad en lo que pregona continuamente, lo de hacer de nuestro municipio (¿o es solo la ciudad?) un lugar habitable, acorde a las necesidades ciudadanas y a las de nuestro entorno, lo primero que tendría que hacer es dar un golpe de timón y solucionar ya este problema.