Lo he saludado una sola vez. Hola y adiós. Pero desde hace algún tiempo lo sigo con interés. Se llama Juan Francisco Zambudio y para sus allegados es Juanfri. Gestiona un pequeño grupo de comunicación en el que la marca más conocida es Televisión Murciana. Es, como sabemos, la iniciativa pionera de televisión privada en Murcia, tras las experiencias remotas del cable (VídeoAntena y Teledistrito 4). A lo largo de veinticinco años de existencia ha gozado de una evolución con altibajos en su rejilla de emisiones, pero ha mantenido la continuidad aun en los periodos de más intensidad de la crisis económica. Y siempre con espíritu de pluralidad. En esa televisión se han expresado personalidades de la vida pública murciana que siguen estando inéditas en otros canales, si alguno queda y, desde luego, antes y ahora, en el público, siempre orientado a la reproducción del exclusivo discurso gubernamental.

El Grupo Zambudio ha dado un paso hacia adelante y se propone concursar para obtener la licencia de la televisión autonómica, ahora que concluye el periodo de gestión en manos de Secuoya. Visto el origen de la concesión a esta productora y la trayectoria que ha seguido hasta ahora en la gestión del canal autonómico, tan a satisfacción del Gobierno, cabe sospechar que la renovación estaría cantada. Es bien sabido que la mano, en su día mágica y hoy todavía activa, de Vicente Martínez Pujalte, hizo milagros para que quien entonces era secretario general de la consejería de Hacienda, Fernando López Miras, firmara la concesión a favor a Secuoya, una productora que había surgido como punta de lanza de un grupo mediático afín a los populares, con Miguel Ángel Rodríguez (el coach mediático de Aznar), de primer promotor.

Zambudio, que inicialmente prestó cobertura a Secuoya con servicios e instalaciones cuando la anterior concesionaria fue descartada a pesar de disponer de inmejorables infraestructuras, ha decidido competir con la empresa amiga del PP por la nueva licencia, y para esto ha entrado en el accionariado del conglomerado de socios murcianos que conforman GTM y se ha hecho cargo de la gestión con la marca Tceroestudios. Y para potenciar su oferta ha establecido un acuerdo, presentado públicamente ayer, con Mediapro, una de las empresas españolas de producción y distribución de contenidos y servicios audiovisuales más importantes del mundo. Eso sí, manteniendo la mayoría, para evidenciar que el proyecto es murciano.

¿Mediapro? Apártate de mí, Satanás. Al frente de esta gran productora está Jaume Roures, creador en su día de La Sexta de Zapatero y un principal surtidor de contenidos de la catalana TV3. Diríase que es el socio políticamente menos adecuado en una región gobernada por el PP y coloreada de verde Vox tras las últimas elecciones generales. Aunque ayer, en el desayuno informativo en que se presentó la nueva sociedad, el representante de Mediapro fue Miguel Cardenal, director de Desarrollo de la compañía, que casualmente fue presidente del Consejo Superior de Deportes, con rango de secretario de Estado, en el Gobierno de Mariano Rajoy. Nada sospechoso, pues, de trostkista.

Ahí es donde se observa la valentía de Juan Francisco Zambudio. Se ha empeñado en proponer un proyecto empresarial para el que ha buscado las mejores alianzas con independencia de mirar las etiquetas políticas. Se supone que en la gestión de la televisión autonómica se establecerán condiciones que en nada afectan a estigmatizaciones ideológicas, y en consecuencia está convencido de que satisfará plenamente lo que establezca el pliego. Tan convencido está, por lo que vemos, que no ha tenido empacho alguno en criticar al Gobierno (el agente que ha de valorar su oferta) por retrasar la publicación del concurso, y le ha advertido, además, sobre las consecuencias de prorrogar la gestión de Secuoya; y ha ido a más: ha señalado la conexión familiar entre algún miembro del staff del Gobierno y la dirección general de la actual televisión autonómica. No le ha quedado detalle crítico por estimar.

En vez de intentar amigarse con el Gobierno, le pone los deberes, porque debe estar convencido de que dispone de un proyecto ganador que ningún prejuicio político le va a birlar. No quiere entrar por la puerta de atrás, sino por la principal y por derecho. Habla con respeto, pero con toda libertad. En el contexto que vivimos, es un empresario valiente, capaz de destacar como uno de sus principales objetivos la calidad de su producto y comprometer la limitación de beneficios al bienestar de los trabajadores. Contra toda convencional estrategia política en las alturas, prima la convicción en el propio diseño empresarial y exhibe fortaleza para establecer prestigiosas alianzas. Su proyecto supera la ambición de la gestión del canal autonómico y considera a éste como base para la creación de un sector audiovisual no dependiente del propio canal. Y deja espacio en el accionariado de la sociedad gestora para las empresas que están dispuestas a dinamizarlo. La música Zambudio suena bien porque no se perciben batutas externas. Da la impresión de que va a cuerpo, confiado en sí mismo, en su equipo y en sus socios.

Me gusta este tipo.