Si les digo que tengo ansiedad probablemente me respondan que me relaje, si les digo que tengo depresión me dirán que sonría, que me alegre, que disfrute de la vida; si les digo que estoy estresado me pedirán que no me tome las cosas tan en serio; incluso, llegados al punto en el que les dijera que tengo ganas de desaparecer para siempre, que me quiero suicidar, muchos me dirían que no diga esas cosas, que con eso no se bromea. Muchas veces no es broma, muchas veces las personas de nuestro alrededor quieren hacernos partícipes de sus problemas para aliviarse, para desahogarse, para buscar apoyo, y muchas veces les respondemos esta sarta de bobadas, que no ayudan nada, y muchas veces lo empeora.

No se asusten, no quiero suicidarme, no entra en mis planes vivir menos de cien años; pero tal vez sí tenga ansiedad, sí tenga estrés, incluso puede que llegue a tener depresión; tal vez sea eso o tal vez solo quería reflejar lo infravalorados que están los problemas de salud mental en nuestra sociedad, una sociedad que no solo tiene estigmatizada la ayuda psicológica sino que también repudia a quien la necesita, aborrece apoyar al que pide ayuda por salud mental. Eso, eso es un verdadero problema.

Hoy día el suicidio sigue siendo la primera causa de muerte no natural entre los españoles, la tasa de los mismos crece cada año un poco más. Puede que yo no quiera hacerlo, pero si así fuera lo último que querría es que a quien se lo contase no me tomara en serio, si de verdad quisiera hacerlo y le confesase a alguien mis intenciones, de verdad que lo último que querría sería un «anímate, que seguro que no es para tanto».

Como sociedad debemos quitarnos prejuicios de encima, debemos dejar de juzgar los problemas de la gente y apoyar a quien nos lo pida, o incluso, sin pedirlo, que seamos capaces de detectar cuándo hay un problema y poder ayudar a quien lo necesita. Debemos valorar mucho más la labor que llevan a cabo los profesionales de la psicología, dejar de pensar en esta profesión como última instancia o como un remedio únicamente para 'locos'; porque no es así, ir al psicólogo no es estar loco, no creo siquiera que existan tales personas; ir al psicólogo ayuda, sana y permite seguir adelante con tu vida sin que unos lastres emocionales te impidan avanzar.

La salud mental es algo por lo que debemos luchar, algo que tenemos que cuidar en nosotros mismos y en la sociedad. Si alguien les pide ayuda, ayuden, pero sobre todo, tómenlo en serio, porque un 'no es para tanto' puede acabar siéndolo todo.