La DANA ha golpeado con fuerza el municipio de Murcia y, tras varios días horrorosos, se puede decir que ha habido suerte de que solo se hayan producido daños materiales. La noche del 12 al 13, cuando la alerta roja estaba en todo lo suyo, el Gobierno local y los efectivos de las emergencias municipales, creyeron que había un fallecido en Gea y Truyols. Encontraron su coche, vacío, y se temieron lo peor después de recibir la llamada para que fueran a buscarlo.

Casi tres horas anduvieron los bomberos y el personal de emergencias buscando a este joven que, finalmente, apareció.

Los gritos de júbilo en el puesto de mando del Ayuntamiento de Murcia no se hicieron esperar tras esa interminable búsqueda de este chico que a buen seguro no volverá a jugársela.

Y no lo hará por el miedo que sin duda pasaría y no porque Murcia, la séptima ciudad de España, tenga los denominados planes de actuación municipales, que deben regir en caso de que se produzca un incendio, un terremoto o inundaciones como las que hemos padecido estos días atrás.

La capital de la Región incumple de esta manera las normas que rigen a nivel regional y nacional, que estipulan que los consistorios deben hacer estos planes para garantizar la coordinación de efectivos, la información a los ciudadanos y el adiestramiento de la población (si se puede decir así) para que sepan qué hacer en caso de una emergencia como la DANA.

Estos proyectos, que en Murcia no existen, marcan a los vecinos, por ejemplo, dónde están las zonas inundables, a qué pabellones o instalaciones públicas deben dirigirse, cómo debe producirse el desalojo de manera ordenada, etc.

Otro de los aspectos que regulan esos planes es el catálogo de zonas en riesgo, que deben ser transmitidas a los ciudadanos, y con qué medios cuenta el municipio para hacer frente a las catástrofes derivadas de los fenómenos naturales.

Es cierto que Murcia tiene el denominado PEMU (Plan de Emergencia Municipal) que en estos momentos está en fase de revisión, pero todos los expertos en Protección Civil coinciden en que es para 'cubrir el expediente' sin desarrollo posterior en los planes de actuación.

El alcalde de Murcia, José Ballesta, sus concejales y la corporación se han dejado la piel en este episodio de inundaciones compartiendo con la población información útil e incluso llevando comida a los desalojados. Ya conocen de primera mano los estragos que el agua ha producido más allá de la virulencia de la DANA.

Han constatado in situ que el urbanismo a la carta, y basado en el desarrollismo; el encauzamiento del Segura a veces de manera forzada (los meandros y los aliviaderos del río se han borrado con estas obras y con otros como jardines y aparcamientos subterráneos) y la ausencia de vegetación en márgenes más allá del casco urbano (el Ayuntamiento hace años prometió la recuperación del bosque de ribera) son también culpables de las avenidas.

Que se lo pregunten, si no les ha quedado claro a los vecinos del norte del municipio, que llevan casi dos décadas esperando el Plan de Infraestructuras hidraúlicas para los tanques de tormenta que frenen las riadas de las ramblas de Churra y de Espinardo, entre otros. O a Mario Gómez, concejal de Fomento y socio de Gobierno del PP, que ayer se puso valiente y criticó el Murcia Río de Ballesta que él con sus votos bendecirá en los presupuestos de 2019.

Lástima que la valentía solo le durara unas horas. Luego se retractó y retiró las afirmaciones realizadas. Ya han tomado nota. Ahora, que actúen. Para empezar podrían hacer los planes de actuación que las normas de Protección Civil exigen. Por nadie pase.