Las pajareras del salón de plenos de la casa consistorial en la Glorieta, en Murcia, están llenas de historias. Historias de las gentes que pasan por ellas para hacerse oír en los plenos del Ayuntamiento; para escuchar los debates; para protestar o simplemente para distraerse (hay personas que se aburren mucho y pueden verle algún interés a eso de oír a sus representantes públicos).

El caso es que este sitio designado al público ha deparado en distintas ocasiones titulares periodísticos, polémicas ocasionales y hasta líos con concejales que han sido pillados, desde este elevado gallinero, jugando al tenis en su portátil. En esta ocasión, la del último pleno del pasado jueves no va de esto. No va de ediles distraídos, de reivindicaciones o de protestas. Va de una serie de personas que se acercaron a la sesión para contemplar cómo será su futuro desempeño.

Con portátil en mano, bolígrafo y libreta, aspirantes de Vox, esa fuerza ultra que se ha convertido en la novedad del momento, se plantaron en las pajareras para escuchar a los partidos que tienen representación en el Ayuntamiento y con los que se jugarán las elecciones municipales en un tablero político incierto y desconcertante. Alguna cara conocida de los periodistas, que saludó gentilmente desde ese lugar privilegiado desde el que se ve la escena política al completo, como en una televisión. Nada que ver con la foto fija que observan los concejales que están en sus escaños.

Aguantaron un largo rato escuchando las peroratas de unos y de otros; las estrategias políticas que arbitran los distintos grupos para conseguir alianzas o para dejar en evidencia al contrario, y lo plúmbeo que se antojan algunos de los discursos que se realizan en este foro, que ha extendido su duración (ahora se hacen en sesiones de mañana y tarde mientras que con el anterior alcalde duraban una mañana) sin que esa prolongación de la actividad política suponga una mejor oratoria o mejores decisiones para los administrados.

Estas personas del radical partido que se convirtieron en la intrahistoria de ese pleno debieron tomar buena nota de los epítetos que se les adjudicaba por parte de un grupo político en una de las mociones. Tras ese episodio, abandonaron la sala como llegaron, en silencio total.

El partido aspirante no es la primera vez que se prodiga en esta cancha, a la que aspiran a entrar, un deseo que se antoja más real que nunca a tenor de lo que ha ocurrido en la vecina Andalucía.

Y mientras esto ocurría el jueves, uno de los grupos políticos del Ayuntamiento va clarificando un poquito su futuro. El portavoz de Ciudadanos en el consistorio capitalino, Mario Gómez, confirmaba este viernes a su regreso de Madrid que se presentará a las primarias que hará su partido de cara a las elecciones municipales. Quiere volver a ser cabeza de cartel, un liderazgo que nadie a estas alturas le discute. El trabajo realizado a lo largo de estos casi cuatro años y las ideas que tiene en mente para el próximo mandato avalan su candidatura que, al parecer, no será la única que se presente. Gómez cuenta con el apoyo de su familia, una condición que para él era fundamental. Por nadie pase.