Entre mi repertorio filmográfico, esta semana le recomiendo a Pedro Sánchez que vea Oliver Twist. No hace falta que vea toda la película, con ver el final, vale: el momento en que el personaje de Alec Guinness (el que hace de viejo asqueroso, raptador de niños) va hundiéndose en la mierda (perdón), porque prefiere agarrarse a su cofre, lleno de joyas y tesoros que había ido robando a lo largo de su vida, antes que coger la cuerda que le salvaría.

No pongo en duda que, una vez en el Gobierno, el objetivo sea conseguir gobernar para todos, con todo lo que eso supone. Y desde luego, me parecería infantiloide pensar que alguien de la talla de Borrell, de Grande Marlaska, o de Pedro Duque, fueran capaces de ponerse en modo ´resistir a cualquier precio´, con tal de seguir en el Gobierno. Pero hija, a la vista de los pactos que le han exigido sus socios, no sé ya cuál es el camino bueno.

Esto es como el que, en su ingenuidad, cree que hace un bien pasándole el examen a un colega tramposo. El gesto le convierte en tramposo también a él, y además, la verdadera ayuda consistiría en decirle que estudie, y que mucha suerte.

En la facultad nos decían que en la cárcel hay dos tipos de personas: los que no sabían que lo que estaban haciendo era un delito (o al menos que lo fuera tan grave), y los que sabiéndolo perfectamente lo que pensaban es que nadie se atrevería a pillarles. Ahora toca ver a qué grupo pertenecen los políticos presos.

¿Que no lo han pactado? Vaya que no. A ver cómo te explicas, si no, que se haya doblegado a la Abogacía del Estado, forzándole a hacer el paripé en el proceso judicial, presentando un escrito de acusación de mentirijilla. Y si no es bastante, a ver por qué ha estado Borrell preparando el terreno en radios y televisiones, diciendo que en realidad no había habido violencia en Cataluña en el 1-O, y que pobrecillos los que están en prisión. Si eso todavía te paree poco, entonces vuelve a ver el ´momento Groucho Marx´ que se ha marcado Carmen Calvo diciendo de los catalanes presos que antes sí que eran golpistas, pero ahora que necesitan su apoyo, la cosa ya no es para tanto. Lo que yo te digo: «Estos son mis principios, pero si no le gustan, tengo otros».

Como estábamos tan ricamente, sólo faltaba el fallo sobre quién paga el impuesto de las hipotecas. Qué casualidad, que se tuviera en la mesa el decreto ley que va a ordenar que lo paguen los bancos. Viva la seguridad jurídica. A los catalanes les han vendido el indulto de los presos, y a los de Podemos les ha prometido que a la porra los bancos, aunque eso suponga que a partir de ahora va a ser a Rita a quien le den una hipoteca.

Está claro que están poniéndose las cartas sobre la mesa, y cada vez resulta más evidente que están dispuestos a hacer trampas, a pasar el examen. Así, quien debería asumir las consecuencias de sus actos, tiene la sartén por el mango, y el populista namber uan se hace con las masas.

Lo que decía mi abuela: «Estamos arreglaos».