Nuestros mandantes ya están de precampaña. Sí. Me refiero a las municipales y autonómicas de dentro de unos meses. ¿Que cómo lo sé? El cuerpo me avisa. Como cuando al tío Facundo le duelen las rodillas y anuncia que viene lluvia, cambiando las rodillas por el erario público, y la lluvia por la fanfarria (gota fría, avisan) electoral que se nos viene encima.

—Ya estamos con las dobles y triples metáforas mortales. ¡Que no se te entiende, Espejo!

—Usted no se altere, tío Facundo.

¿Y la oposición, no está de precampaña? Sí pero no. La oposición, por definición, no puede inaugurar cosas, cosas a cascoporro, fotos por toa la prensa, baños de inversión. Por otro lado, la oposición no tiene tampoco una lista de putadas a lo largo de la legislatura que hacer olvidar. Ejemplo. Ayuntamiento de Murcia. Los fondos FEDER de la Unión Europea llegan justo a tiempo, por puritita casualidad, para alicatar antes de votar toda la orilla norte del Segura (cual anuncio de Porcelanosa), parte del proyecto Murcia Río. Se trata según el Ayuntamiento de ´poner en valor´ (una de las expresiones estas modernas que se han puesto de moda que más miedo me da) nuestro viejo Thader, el río en su nombre (´palmera´) latino, no el centro comercial. La campaña de comunicación es tan moderna, tan eficiente, tan entrañable (esas nutrias qué bonicas), que a uno le apetece olvidarse (antes de votar) de los años y años de degradación y enladrillado de la huerta, el continuo entubamiento de acequias (a pesar de estar prohibido por el vigente PGOU), la desidia a la hora de defender a los últimos huertanos o el silencio ante los trapicheos del riego.

Hay más ejemplos, claro. Tú ves a la consejera de Cultura inaugurando nuevos eventos literarios (que bienvenidos sean) y hasta te suena raro que sea la misma persona que ha recortado los horarios de apertura de la mismísima Biblioteca Regional mientras se pelaba 300.000 preelectorales euros en la restauración de la fachada de una iglesia. La misma sensación que te entra cuando aparece la titular de Educación, Adela Martínez-Cachá, anunciando que ha decidido gastar más de un millón de euros en concertar seis nuevos bachilleratos en centros privados católicos, a pesar de que, según un reciente estudio de la Fundación BBVA, Murcia es la región con menor gasto educativo por habitante, y está a la cola también en acceso, equidad y aprovechamiento. No sé, cosas. La medida estrella de Fer para esta precampaña, esto es no sé qué bajada de impuestos, contrasta bastante con ser la Comunidad autónoma con mayor déficit, junto a la de Madrid, del todo el país. Pero quiá. Aquí hay que salir guapo. Marcar aunque sea de penalty. Que nos jugamos la renovación.

Me considero un tipo demócrata-demócrata. Mucho. Soy de esos padres que casi nunca consiguen ver la reposición de Tarantino que echan por la tele, porque somete el asunto a comicios con sus hijos, y luego tiene que repasar mentalmente a los filósofos atenienses mientras se traga Transformers, para aplacar tentaciones totalitarias. Pero cuánto me alegro de que esta mierda de las precampañas solo la practiquen nuestros mandantes. Imaginaos que todos tuviésemos que revalidar cada cuatro años. Veríamos a Florentino financiando servicios públicos, a Pepín Liria vegetariano, a Patricia Botín en el Primark o a Melendi de boy scout. O a los Borbones currando. Y yo, la verdad, prefiero Transformers. Esto es así.