La toma de decisiones es una constante en nuestras vidas, y mucho más cuando representas a un grupo de personas que han puesto toda su confianza en ti. Es cierto, la política se convierte en ocasiones en un espacio árido, lleno de trincheras y de fronteras, de límites y de obstáculos; e intentar salvarlos genera un coste que invade incluso el terreno personal. Pero la política, como la vida, exige tomar decisiones capaces de abolir prejuicios y barreras construidas en el ocaso de un pasado que reclama cambio, progreso y futuro.

Hace unos días hice público mi apoyo a la compañera María González Veracruz en la carrera por la secretaría general del PSRM, un apoyo que nace de la voluntad colectiva que nos exige, y con razón, dejar de mirarnos el ombligo para poner las luces largas y pensar con seriedad a medio y largo plazo. He decidido no concurrir a estas primarias porque creo firmemente que el conjunto ha de primar sobre el individuo, y nuestro partido, desgarrado a jirones durante años, no merece seguir siendo prisionero de líderes incapaces de superar las cuestiones personales para hacer, de una vez por todas, política en mayúsculas.

Los socialistas de la Región están cansados de escuchar cómo hablamos de una unidad que nunca llega, fingiendo una fraternidad impostada que nos descafeína y desacredita a pasos agigantados. Por eso, en un tiempo en el que las palabras se diluyen, conviene refrendar con actos aquello en lo que uno cree. Si decimos unidad, construyamos unidad; pero no lo hagamos en torno a una persona sino en torno a una idea: la de que el socialismo es la fuerza capaz de transformarlo todo.

Ha llegado la hora de que abandonemos los prejuicios y complejos que, durante tantos años, han descompuesto a nuestra organización; ha llegado la hora de sostener la mirada a militantes y ciudadanos para rearmar un partido en el que la participación y el compañerismo vuelvan a ser nuestras señas de identidad; ha llegado la hora de estar a la altura, de nuestro partido y de nuestra historia, de nuestro tiempo y de nuestra tierra.

Mi compromiso está con los socialistas y con los ciudadanos de la Región, y mi apoyo a María, una compañera con experiencia orgánica y con una fuerte conexión con los jóvenes, impulsará la consolidación de una candidatura intergeneracional, capaz de reunir el talento del partido en torno a una voluntad unívoca: hacer que el PSOE vuelva a ser la alternativa de gobierno en la Región de Murcia. Por ello, el más firme de mis compromisos será trabajar sin descanso para que los socialistas volvamos a gobernar, y para que consigamos a nivel regional un cambio que ya están viviendo muchos municipios en los que el PSOE está devolviendo la esperanza a la gente.

Nuestros alcaldes y alcaldesas son un orgullo para todos, y también los compañeros que desde la oposición están luchando para derrotar a la derecha. Hace unos años viví en primera persona el trabajo que se ejerce desde la oposición frente a un PP indolente con los problemas de la gente; pero el esfuerzo de los socialistas de Beniel logró que gobernásemos después con mayoría absoluta, acabando con sus políticas infames y haciendo del progreso y del empleo la bandera del PSOE en el gobierno.

Soy consciente de que el escenario que transitamos hace que muchos duden, e incluso que no comprendan la decisión tomada. A todos ellos, a todos vosotros, quiero deciros que quien importa no es Roberto o María, quien importa es el PSRM. Nuestro partido no puede ni debe permitirse más guerras fratricidas, y en momentos como este todos debemos pensar cuál es la mejor manera de sumar.

Esa es mi voluntad, sumar para crecer, sumar para mejorar, sumar para ganar. Y estaré ahí, como siempre, al servicio de los socialistas, con la mirada puesta en derrotar a quienes tenemos en frente, pero nunca a quienes tenemos al lado.