Más de dos años llevaba preparándose día y noche para ese momento. Jornadas eternas de entrenamientos, de estudio, de cafés cargados, de noches sin dormir, de dolores de cabeza, de incertidumbre, de lesiones, de cansancio€ Todo a una carta.

Y llegó el día. Javier Buitrago, gran amigo, se enfrentaba el pasado martes 1 de marzo a su momento, a su ilusión, a su sueño y, por qué no decirlo, a su futuro inmediato. La convocatoria para opositar a una plaza de bombero estaba en marcha. Sus condiciones físicas y mentales eran las idóneas.

Pero su actitud positiva, su optimismo, su preparación, su concentración y su espíritu ganador no fueron suficiente para aprobar. Según Javier, y varios compañeros suyos, una serie de circunstancias ocurrieron alrededor de la prueba física que dio al traste con sus sueños. Varios recesos en la hora de comienzo, anomalías, falta de rigor, etc., hechos que terminaron por fulminar de un plumazo tanto trabajo.

¿Y ahora qué? ¿Se ha venido abajo por tal situación? Para nada. Él sigue con la cabeza erguida, no se ha rendido, continúa «conviviendo» con lo que pasó; sin embargo, lo hace desde su propio movimiento. No patalea, hace; no se ha quedado quieto, alza la voz. Y no para meter ruido, sino para expresar y transmitir lo que siente. Ahora aflora lo que ha vivido con su experiencia y sus emociones hablan.

Este bache ya ha pasado. No sirve de mucho acomodarse en él. Aunque ahora no se vea, el aprendizaje será excelente. Como él dice, el duelo pasará, y será más llevadero con ganas e ilusión para la próxima.

No queda en balde el trabajo realizado, tantas horas de sacrificio en este viaje tendrán su recompensa; y si no es esa meta; otro sueño vendrá para continuar con el trayecto que se marca día a día.

La actitud de Javier, en estos momentos de frustración, está siendo el primer gran empujón para lo que venga€ y será alimentada una vez más, con la conciencia tranquila, por realizar un buen trabajo para conseguirlo.