El miércoles 15 de febrero asistí, como oyente en la Real Academia de Medicina y Cirugía de Murcia, a la mesa redonda titulada Biomedicina (tijera y cristal): ciencia con nombre de mujer con motivo del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. La mesa estuvo organizada por Trinidad Herrero Ezquerro (catedrática de Anatomía Humana de la UMU), a la que asistieron Encarna Guillén (consejera de Sanidad), Rocío Álvarez López (catedrática extraordinaria de Inmunología de la UCAM), María Jesús Periago Castón (catedrática de Nutrición y Bromatología), Marta Garaulet Aza (catedrática de Fisiología y Nutrición de la UMU), Marta Agudo Barriuso (investigadora principal de Oftalmología Experimental del IMIB) y Ana María González Cuello (contratada doctor de Salud Comunitaria), contando también con la participación de Silvia Serrano Ayala (presidenta de la Federación Regional Murciana de Asociaciones de Diabéticos). Experiencias de mujeres que han llegado muy lejos profesionalmente, y, además, muy brillantes dentro de su especialidad, pero que reivindican más presencia femenina en los cargos más altos dentro de la Administración.

Mujeres que, si bien, están demostrando que tienen mayor predominio en los comienzos de las carreras científicas, no ocurre lo mismo en la etapa de postdoctorado o en otras figuras asociadas a la carrera investigadora propiamente dicha. Por ello, se produce el llamado efecto tijera, donde las líneas que representan la andadura profesional, y que empiezan juntas con el comienzo de la carrera universitaria de mujeres y hombres e incluso con un ligero incremento femenino, se separan considerablemente entre ambos sexos en las etapas más avanzadas de la vida laboral, y siempre a favor de los hombres.

Ninguna hizo un alegato al feminismo, sino a los modelos de mujer. Nuevos modelos que se deben cambiar por los actuales y que igualmente evolucionan hacia más respeto por las fases a través de las cuales tenemos que pasar las mujeres, por ley de vida y para supervivencia de la Humanidad, y que hace que, en ocasiones, algunos sectores de la sociedad cuestionen la carrera profesional de la mujer, considerándose un paréntesis que, en muchos casos, te relega a una posición anterior a la que ya habías llegado.

¿Por qué comentar esta mesa redonda? Pues porque esta experiencia, y tal como dijo María Jesús Periago Castón, se puede extrapolar a otros ámbitos, y al final ¿dónde desemboca? En la realidad de muchas mujeres. Mujeres que en algún momento de su trayectoria profesional han sufrido el techo de cristal o la invisibilidad de su trabajo, por cuestión de sexo. Así se encuentran muchas investigadoras que se han visto en un segundo plano en la exposición de sus trabajos, por culpa o por exigencias del guion no escrito, donde el hombre es el protagonista, y en la mayoría de los casos, su jefe.

También se puso de manifiesto la necesidad de modificar la educación de las mujeres, desde la edad infantil. Marta Agudo presentó datos recién publicados de la revista Science, que revelan cómo los niños, ya desde pequeños, asumen unos roles impuestos, heredados de los modelos o patrones de mujeres profesionales actuales, y que, por supuesto, hay que modificar. Cuando se preguntaba a un grupo de 400 niñas y niños de 5 años que quiénes eran más listos, si los niños o las niñas, coincidían todos: «Somos listos por igual», no hay diferencia. Sin embargo, al cumplir un año más, la cosa cambia, todos asentían en que los niños varones son más listos y las mujeres más simpáticas y amables. Y a partir de aquí esto condiciona nuestra carrera profesional y se observa cómo en la edad laboral, a iguales currículos, en las entrevistas de trabajo las mujeres, después de realizarlas, se infravaloraban, y los hombres se sobrevaloraban, las sensaciones de unos y otros ya son distintas. ¡Cambiemos esa actitud! que no nos dé vergüenza estar en la edad fértil, que eso es una ventaja respecto al resto, y que no somos inferiores en ningún caso, tenemos mucha más voluntad que los hombres y, además, somos iguales intelectualmente. Hagamos cambiar la mentalidad de la sociedad para que el hecho de hacer parones en tu carrera profesional no suponga un retroceso a la casilla de salida, tal y como mostró Ana González al representar la carrera investigadora como el Juego de la Oca. Las mujeres necesitan a la familia y a los amigos cerca, y eso también nos ayuda a seguir y a evitar los obstáculos que se nos ponen en el camino. «La Afectividad nos lleva a la Efectividad» ( San Ignacio de Loyola), y eso las mujeres lo sabemos muy bien.

Entre todas tenemos que difundir lo que se dijo en esa mesa redonda, y que llegue a la gente joven, es a ese público al que hay que transmitir el mensaje y las experiencias. Es una pena que a este tipo de acontecimientos, y con mujeres de esa talla, no se les dé más publicidad. Pero nosotras, desde nuestra web TRIMEY, dirigida a mujeres y a través de las redes sociales, colaboramos con ellas para que el mensaje llegue a cuantas más mujeres, mejor.

Quiero terminar con una frase que nos gustó mucho y que resume y engloba a todos, mujeres y hombres: «Somos un conjunto de hechos, acontecimientos, cosas y relaciones». Nos vamos haciendo a lo largo de nuestra vida, por lo que, si tienes un sueño, ten el coraje de perseguirlo y no desistas. Al final llega tu reconocimiento, y el más importante es el personal y familiar.