Dejar de leer a Houellebecq porque sus novelas presentan personajes con rasgos machistas o dejar de ver una película porque las escenas violentas se presentan de una forma poética no está mal. Pero pretender que se dejen de hacer es, más que una protesta, una forma de censura al artista. Con este tipo de quejas la mayoría de veces se consigue, más que concienciar, desvirtuar la lucha por la igualdad de género. Al fin y al cabo, una película o una novela no deja de ser una ficción contada por un artista, lo que permite que se puedan tomar ese tipo de licencias. Porque no se trata de lo que cuentan, sino de cómo lo cuentan. Posiblemente, las películas de Lars Von Trier no significarían nada en el mundo del cine sin su forma de contar las historias. Si le quitamos eso a los directores, se lo quitamos todo. Su esencia y su personalidad, lo único que les convierte en alguien único al tomar las riendas de una ficción. Es cierto que, habitualmente, se ha utilizado mucho más el desnudo femenino en el cine, pero eso no significa que no haya una alternativa para disfrutar de una película si un pecho nos escandaliza (aunque a veces el desnudo esté perfectamente justificado). Personalmente, cuando no me gusta algo, no participo en ello. La violencia (sexual o no) en una película puede influir en el espectador, pero siempre dependiendo de otras muchas cosas como, por ejemplo, la educación. Preferiría reforzarla antes que coartar a la 'gente de la cultura'.