No os preocupéis, no voy a entrar en ese cansino debate sobre si la iluminación navideña es un despilfarro o un servicio público. Lo único que sí me siento obligado a decir es que, este año, si vais a dar una vuelta al centro de Murcia no os olvidéis las gafas de sol. Ni tal vez un poquico de crema solar, factor 30 bastará. No es que tenga yo nada contra decorar las fiestas, eh. Pero es que este año pasa algo. Bombillas por todas partes, en plan random, hasta en las fuentes. Coges la Gran Vía y da la sensación de que la han techado. ¿Sabéis la calle mayor de Las Vegas, la de los casinos? Al lado de esto, un gusiluz.

No creáis, que luego hay quien te ve por ahí con las gafas de sol y encima te mira mal: Mira el punki ése, con las rayban en plena noche, quién se habrá creído que es. El tío sarraceno. El criticón. Con lo bonito que es entrar en el espíritu de las fiestas. Celebrar que ya la crisis ha quedado atrás, que nuestros gestores han sido capaces de sacarnos de ésta, que vuelve la prosperidad. Dientes, dientes, que eso es lo que les jode. No sé qué va rezongando del cierre de una Fundación RAIS. Ni caso. Seguro que es de Unidos Podemos, qué asco de gente. Vamos por aquí por el Tontódromo, Ramiro, que nos lo quitemos de en medio. Uaala, qué pedazo de árbol han puesto aquí en la Redondaaa, qué boni¡Ramiro! ¿Ramiro qué ha pasao? ¡Ramiro dame la mano que no veo! ¡Dónde estáis! ¡Ramiro por dios que no veooo!