Fue un día como hoy que dos humanos se besaban por primera vez. En algún lugar del mundo, alguien descubría algo que cambiaba la historia y se lo callaba. La mayoría de la gente no tenía por qué darse cuenta de que de repente el mundo era más bonito. Ilusos, que ha explotado una historia y ni siquiera hace falta que sea noticia. Zozobra, la que quieran, pues qué sería de una buena historia sin zozobra, válgame Dios. Más que explotar, germinar. Existir, ser, sin efeméride oficial en los calendarios de los políticos, ni de los historiadores, ni de nadie que sea parte del atrezzo, del público, del qué remedio que existáis, pero existís. Hay gente celebrando cosas que nadie sabe que hayan de ser celebradas. Además, ¿acaso es necesario que lo sepan? Como si una fiesta implicase traer a los mariachis, a la selección de Islandia haciendo un baile, a la tuna de Medicina, a los confetis y la pólvora que caen del cielo en el Entierro de la Sardina. Es más bonito celebrar sin boato, sin protocolo y sin mi queridísimo público. Seguramente nos estamos perdiendo las mejores fiestas, las secretas, las de verdad, pero, por si un caso, brindo por ellas.