No tendría otra cosa que hacer que ocuparme de lo de Piqué, central futbolista y descentrado nacionalista. Es verdad, pero si se me pusiera entre la espada y la pared, blanco o negro, una cosa o la otra, yo sería de los que pitarían a Piqué. Le pitaría muy fuerte y por eso estoy de acuerdo con las pitadas a las que lo someten por esos campos de fútbol de nuestra España Plural. Sí, porque a mí lo que verdaderamente me incomoda es la orquestación colectiva de algunos aficionados catalanes y vascos cuando propinan al rey y al himno nacional esas pitadas tan estruendosas cada vez que se presenta la ocasión. Eso sí que jode (por decirlo sin consideración); lo de Piqué, no.