Que pudiera llegar a molestarme tanto escuchar hablar catalán como para no soportarlo en los informativos y cambiar de canal en cuanto aparece un nacionalista, especialmente Artur Mas, largándonos su sermón. En 1967 los oía o veía bailar sardanas en Barcelona. Me gustó que Serrat quisiera cantar en su lengua en Eurovisión. Vi a Raimon en la Universidad de Madrid cantando Al vent. Me pareció estupendo Tarradellas con su célebre «Ja soc aquí», tras volver del exilio. He estado con catalanes y valencianos pidiéndoles que siguieran con su idioma, que yo podía entenderlos. Y ahora, desde hace poco tiempo, soy fonéticamente catalanófobo con tendencia a generalizar el estímulo. Sin duda es problema mío y tendré que estar atento.