Cuando el PCAN (Partido Cantonal) y la entonces Alianza Popular unieron sus fuerzas para gobernar en el ayuntamiento de Cartagena entre 1987 y 1991, pocos imaginaban que el mandato del alcalde Antonio Vallejo iba a ser uno de los más nefastos para la ciudad. Varias fueron las causas, pero, por las muchas conversaciones que mantuve con los protagonistas políticos de aquel tiempo -en el que empezaba a andar este periódico- y las informaciones que me tocó cubrir, una de las claves fue que la Comunidad Autónoma estaba en manos del PSOE. En consecuencia, al Ejecutivo socialista no le interesaba que las cosas fueran bien en un consistorio que no era de su cuerda. Estoy plenamente convencido de que si el pacto municipal hubiera sido entre el PSOE y el PCAN y en el Gobierno regional hubiera estado en manos de AP o su sucesor, el PP, habría ocurrido exactamente lo mismo. Dirigentes socialistas me reconocieron en conversaciones privadas, años después, que trataron de ahogar al municipio para convencer a los ciudadanos de que les convenía un giro a la izquierda. Y lo consiguieron. Cuatro años después, el socialista José Antonio Alonso se hizo con el poder, aunque solo durante un mandato, porque la espiral depresiva en la que había entrado mi ciudad era diabólica. Ningún político reconocerá públicamente que los dirigentes tienen predilección por las administraciones de su mismo partido -eso de gobernar para todos está muy bien como declaración grandilocuente de intereses, pero luego hacen otro tipo de política-, pero les aseguro que a mí me lo han admitido en ‘petit comité'. Sin embargo, algunas voces sostienen lo contrario a esta teoría, es decir, que los Gobiernos se esfuerzan más por aquellos lugares que han perdido con el objetivo primordial de recuperarlos en las siguientes elecciones. La ingenuidad sigue teniendo su encanto. Al PP le han arrebatado Extremadura, Castilla-La Mancha, Baleares, Aragón y Valencia en los últimos comicios, pero conserva la Región. Espero que el ministro Montoro, por cuyas manos pasa buena parte de nuestro futuro económico, sea de la cuerda de los que defienden que, por una vez, Murcia podría salir beneficiada en el reparto del pastel nacional.

Sobre las comisiones de investigación. Dado el respeto que tengo a la Cámara que representa a los murcianos, y máxime habiendo sido una decisión tomada por la mayoría parlamentaria, no seré yo el que diga ni cuántas ni qué comisiones de investigación habrá de poner en marcha. Todos compartimos el deseo de la máxima transparencia, pero hay que andarse con cuidado para que la Asamblea Regional no se convierta en lo que no es. Hay otras instancias que ya están investigando algunos de los asuntos sobre los que se proponen los diputados poner el foco, por lo que hay que fijar muy bien los límites y el fin para que no se produzcan duplicidades y para evitar perderse en dimes y diretes y en gastar energías que han de ser puestas al servicio de los murcianos para sacar adelante a esta Región.