Llamo por teléfono a un comercio para saber si tienen un artículo (es el colmo, que un escritor necesite un artículo); pulso el número que corresponde a la sección que me interesa, el uno más o menos, me atiende una mujer, o eso parece, me identifico y le pregunto con quién tengo el gusto de hablar, responde que con ´Información´, le pregunto su nombre a la informadora, «¿Qué le importa?, mi nombre no tiene interés», «Soy un cliente y me gustaría saber con quién hablo», le dije, y vino a confesarme que su función es de mera telefonista, una don Nadie que no tiene responsabilidades ni las busca, que su nombre es cosa suya, que no invada su intimidad y que... Continué yo: «Y que eres sobrina de la dueña, que no te gusta lo que haces ni te importa ni entiendes una papa y que te pagan poco porque arriesgas poco». O sea, se llama andana.