No tenemos ni idea de cómo va a acabar lo de Grecia; ni siquiera estamos seguros de cómo empezó. Nos ocurre con muchas noticias: que las cogemos en marcha y cuesta averiguar de dónde vienen. De todos modos, nos subimos a ellas y viajamos en su interior como dentro de un tren del que ignoramos su origen y destino.

Así es la vida. Un día te despiertas y te dices: Voy a averiguar de qué va esto. ´Esto´ puede ser cualquier cosa, la sonda Philae o el Frontex, por poner dos ejemplos. Te embarcas en el asunto y a veces llegas hasta el final y a veces te tiras en marcha porque supera tu capacidad de comprensión. Lo de Grecia empieza superar nuestra capacidad de comprensión. A estas alturas no hemos logrado averiguar si sería mejor que abandonara el euro o que permaneciera en él. Tampoco para quién sería mejor (o peor), si para los griegos o para el resto de Europa.

Lo que sí sabemos es que el número de suicidios ha aumentado un 35% desde 2010 en la cuna de la democracia occidental. En ocasiones, el conocimiento de los datos, por desnudos que se manifiesten, permite hacerse una idea. También sabemos que el FMI y BCE presionan al Gobierno griego para que suba el IVA, que debe de andar por el veintitantos, quizá hasta el 35%, para que haya al fin dos cifras que cuadren. El mensaje de fondo es que o bien se muere más gente de forma voluntaria o bien se presiona a la población con el cañón humeante de los impuestos. Además de la subida del IVA, Europa cuenta con que rebajen las pensiones, pues como ya dijo Lagarde, los viejos viven más de lo esperado.

La pregunta, por tanto, es si se puede mejorar la economía griega y frenar los suicidios a la vez o si los suicidios son la condición necesaria para que la economía mejore y forman, por tanto, la parte del plan de recuperación que permanece sumergida. Y es que una de las razones por las que se hace tan difícil entender el mundo es porque tiene demasiadas partes debajo del agua. En esas zonas que permanecen fuera de la vista del público es donde trabajan los fontaneros de la realidad. Nosotros, ustedes y yo, quedamos para proferir jaculatorias. ¿Cuándo nos llevará el Señor?