Un señor con la preparación de Santiago Menéndez, director general de la Agencia Tributaria -de Hacienda, que somos todos, o casi todos- considera que la lista de 715 personas que se acogieron a la llamada amnistía fiscal y que puede que hayan cometido algunos delitos en el trajín de llevar y traer su dinero del extranjero es «la repera patatera». De sus palabras, dichas en el Congreso de los Diputados, se desprende que si a esos datos le sumamos la lista global de todos los defraudadores, seguramente a muchos nos tendrían que poner oxígeno para no morir del ataque de indignación que nos daría al conocer los millones que nos estafan a todos los españoles y los nombres de esos patriotas. Entiendo que el señor Menéndez no dé los datos de los investigados por más que mi curiosidad periodística quiera saberlos, pero lo que no entiendo es que alguien de su posición califique esa lista como «la repera». Quizá, en un bar, con amigos, podría llamarlo así, pero en el Congreso, el único calificativo (educado y moderado) que merece esa lista es el de «vergonzosa». Claro que vergonzoso también es el uso de la palabra que muchos ejercen en el Congreso, pero eso da para otro artículo.