Pasar por el altar ya no es una prioridad para las parejas españolas. Al menos así se desprende de los últimos datos ofrecidos por el Instituto Nacional de Estadística (INE), que reflejan que actualmente se celebra casi un 50% menos de bodas que hace cerca de cuarenta años. ¿Ya no queremos vestirnos de blanco? ¿No queremos tirar la casa por la ventana y disfrutar de un maravilloso día con familia y amigos? Quizá no es que no se quiera, es que no se pueda. Si comparamos los precios de los banquetes de hace cuarenta años con los de ahora, podríamos estar ante uno de los motivos por el que una pareja decida abandonar la idea de la boda tradicional. Pero solo sería uno de ellos. Puede que casarse no esté de moda, aunque tampoco está de moda pensar que una relación es para siempre; que da igual irse a vivir a un pisito con un armario, una cama y amueblarlo poco a poco; que si hay problemas se intentan solucionar y no pegando un portazo y ´si te he visto, no me acuerdo´€ Vamos, que quien quiere casarse no necesita miles de euros y llega a pensar que eso de «en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad» no solo pasa en las películas. Pero, mientras leen esto se estará firmando, mínimo, un divorcio y se oirá en algún rincón: «¿Para qué me casaría?».