España es diferente. Qué tiempos aquellos en los que esta frase era sinónimo de turismo. Ahora ya no es tan positiva. Los Bárcenas y compañía, han dado tal vuelco al sentido de ese eslogan, que más vale que se suprimiera definitivamente.

De todas formas, esta movida no se ha gestado por esporas, ni ha sido algo espontáneo, sino que ha ido calando poco a poco en una sociedad que ha visto con buenos ojos defraudar a Hacienda, comprar objetos robados, no pagar IVA, llevar una contabilidad B€ Claro que una cosa es lo que hagan unos particulares con dinero de su bolsillo, aunque indirectamente perjudique a todos, que ya está mal. Y otra es que encima se haga con dinero público, donde el aldabonazo a la entrepierna es directo. Pero el no va más del ´cantimpalismo´, del triple salto mortal, del ´funambulismo´ de la corrupción, es cuando leo hace poco sobre el caso Púnica que las comisiones ilegales se pagaban también con dinero público. Si no fuera porque hay que mantener la compostura y ser educado hasta en las gradas de un campo de fútbol, les diría que son unos granujas, canallas, sinvergüenzas€ Pero no lo digo, solo lo pienso.

Y hasta tal extremo ha llegado la picaresca en este país, más allá del Lazarillo de Tormes, que otro pequeño, como es Nicolás, ha puesto de relieve el desastre de organización, lo fácil que es engañar con falsas apariencias de poder, y lo que nos gusta figurar. El sindicato Manos Limpias, los mismos que se empeñan en que Cristina de Borbón responda ante la ley (a quién se le ocurre), dice que va a presentar dos querellas. Una, contra el coordinador de seguridad y emergencias del ayuntamiento de Madrid, por malversación de caudales públicos y tráfico de influencias. Supongo que por el viajecito que hizo dicho Nicolás en coche oficial, con chófer y guardaespaldas (hay que tener morro). Y otra, contra el mismo Nicolás por cooperador necesario.

Pero es más de lo mismo, pues ya a Isabel Pantoja le han tenido que quitar el reconocimiento que le hizo en su día la Junta de Andalucía por sus méritos. A Mario Conde le hicieron doctor honoris causa. A un casi terrorista internacional estuvieron a punto de hacerlo también, menos mal que él mismo renunció. Rectificar es de sabios, pero cuando sea preciso hacerlo. Porque lo más curioso que he leído últimamente es que el claustro de la Universidad de Girona incluyó en su orden del día si se retiraba el título de doctora honoris causa a la magistrada del Tribunal Constitucional Encarnación Roca. Menos mal que el 64% de la Universidad lo rechazó. El título le fue otorgado en 2011 a propuesta de la Facultad de Derecho por su contribución a la modernización y a la renovación del Derecho Civil en general, y en especial por su aportación y compromiso con Cataluña.

¿Y saben cuál es la razón para tan solo tres años después pensar en quitarle ese honor? Pues sí, esa que están imaginando: haber votado en contra del referéndum, consulta, o como quieran denominarlo del 9 noviembre en Cataluña (ley de consulta y decreto de convocatoria del 9-N). Vamos, la razón es cumplir la ley. A una catedrática de Derecho Civil y ahora magistrada del Tribunal Constitucional se le ocurre respetar la Constitución y ya no es digna de tal causa honorífica.

Y la Generalitat demanda al Ejecutivo por «vulneración de derechos fundamentales». Los pájaros, a las escopetas.