Hay entidades o personas que, desde siempre, están en crisis a cada tanto. Como de un modo u otro sobreviven a ellas, cabe concluir que esta es su forma de vida. TVE parece sumirse en su enésima crisis. Sus trabajadores piden independencia para el ente, pero que en lo económico siga dependiendo del Estado. ¿Es esto posible? En el fondo la única justificación para que exista una televisión pública es que sea independiente en la información y resulte útil para la formación, sin entregarse al mercado del gusto. El día en que se pactara una TVE ajena a cualquier disciplina de partido o gobierno, ocupada en contribuir a hacer de España un pueblo culto y con una financiación pública ajustada pero estable, cabría pensar que algo había cambiado. Queda por ver si sus profesionales sobrevivirían a una TVE sin crisis, y la boca de asno de la audiencia a una dieta de miel pura de abeja cultural.