En la época acostumbrada, con la intensidad acostumbrada, llegó la lluvia y, como de costumbre, se inundaron las mismas zonas, de reciente urbanización. Hoy me refiero a Murcia ciudad, pero lo ocurrido puede suceder (y sucede) en cualquier lugar donde la construcción ha ocupado y alterado cauces naturales, con las consecuencias que hemos podido ver. La avaricia de constructores y la complicidad de algunos políticos y técnicos es la culpable.

Por eso, me maravillan las ruedas de prensa de final de verano anunciando que, ante la inminencia de la llegada de la época en la que habitualmente tienen lugar episodios de lluvias torrenciales, se anuncia a bombo y platillo la limpieza de ramblas, cauces y colectores. Y digo que me maravillan por dos razones. Primera, porque estaría bueno que no lo hicieran (aquí los periodistas tienen la culpa, al acudir a estos encuentros donde se hace noticia lo que no es sino obligación. A este paso, va a ser noticia que yo venga al trabajo). Y segunda, porque los protagonistas son los mismos que tienen la culpa de que lo de siempre se inunde como siempre cada vez que llueve como lo hace en esta tierra.

Hoy me pregunto dónde están metidos. Desde luego nunca, les he visto con el agua hasta las orejas explicando por qué ocurre lo que ocurre. En los yates de constructores, sí. Pues eso.