Sostengo que los padres han de escoger la carrera y elegir los cónyuges de sus hijos; parece un atraso, pero es que con los años me iluminan los atrasos y quiero representar a este colectivo con extraordinarias dificultades para expresarse sin que lo desprecien. Así las cosas, y como tengo prole numerosa a la que estimo, he descubierto que a un macho al que quiero recomendar una chica para que comparta con ella el pan, la cebolla y las constelaciones, es mala opción decirle que la pava, aunque un poco feíta, es brillante en sus estudios de veterinaria, una virtuosa de la flauta travesera, que sabe cinco idiomas, que lee y tiene espíritu crítico y que sus padres son farmacéuticos. ¡No, no!, ¡eso los espanta!, tal y como son los adolescentes, de cortitos. Hay que enviarles mensajes breves y claros: «Está buena»; y si el manso duda, añadirle: «No me traigas a casa ese pendón».