Cuando me enteré de que había fallecido el padre Miguel Pajares me puse a reflexionar; un hombre que vivía en un pequeño pueblo de Toledo y que un día decide ser misionero. De la iglesia del pueblo a otro país distinto a ayudar a los que más lo necesitan. Sin duda un hecho heroico. Seguramente, aunque era consciente de que podía poner su vida en peligro, no se imaginaba este fatal desenlace. A veces pienso que está poco reconocida la labor de los misioneros, esas personas que sin recibir nada a cambio dedican su vida a los demás.

La valentía que estas poseen para decidir marcharse dejando todo atrás a ayudar a gente que tanto lo necesita. Esta gente que dedica su vida a ayudar a otras personas, aunque a veces en este mundo lleno de egoísmo olvidamos por completo hasta que existen. Mis buenos días de hoy son para todos los misioneros del mundo y en especial pra el padre Miguel, a quien el ébola no le ha permitido seguir con su función.