Todas las consecuencias que se derivan de la crisis y la precaridad laboral en la que vivimos son negativas. Quizá exista alguna excepción, no lo discuto. Sin embargo, una de las cosas que más me molestan son los problemas que causan dentro de las familias, especialmente entre progenitores e hijos. Muchos conocemos casos de cómo unos y otros chocan en cómo afrontar las cosas. En ocasiones los padres piden favores hasta al diablo si hace falta. Porque ellos, a fin de cuentas, no buscan otra cosa más que la prosperidad de los suyos, y si es cerca de casa, mejor. Sin embargo, chocan con aquellos hijos que están cansados de todo y de este país, que prefieren tirar la toalla y no seguir apostando a caballo perdedor. Por este país de traca. Y esto causa fricciones, porque los padres no llevan bien que sus hijos que se han sacado su carrera, han trabajado donde ha hecho falta, la mayoría de veces por salarios irrisorios, ahora decidan hacer la maleta y dejar atrás todo esto para intentar empezar de cero donde haga falta y sin saber qué les deparará el futuro.