Ya saben eso de que «no hay mal que por bien no venga» y seguramente, en esta ocasión, es aplicable al PSOE porque habría que dar por bueno el nefasto resultado electoral que se ha producido en las europeas si de aquí se produce la reflexión que ese partido necesita para enderezar el rumbo perdido. Algo que ha sido reconocido por Elena Valenciano en la noche electoral en su comparecencia ante los medios de comunicación, porque lejos de poner paños calientes a la estrepitosa derrota de su partido reconoció sin ambages que fue «un resultado duro, difícil».

Pero si reconocemos su impecable comparecencia, de igual manera hemos de lamentar que la noche electoral no sirviera para que Rubalcaba aprovechase la ocasión de anunciar su retirada al frente del PSOE, porque terminó el tiempo de la espera: esto no aguanta más. Rubalcaba lleva un hombre de Estado dentro de sí y seguramente ese sentido de la responsabilidad, tal y como están las cosas, lo ha conducido a coincidir con el PP en algunos aspectos, sotto voce, es cierto. Pero se acabó para él el tiempo de las equivocaciones porque, aunque es cierto que si una persona no se equivoca de vez en cuando es que no ha intentado nada, él sí lo ha hecho, y su cupo de errores está suficientemente cubierto, desde hace tiempo, Tengo la sensación de que si hubiese sabido irse a tiempo, ahora el partido podría estar haciendo otras cuentas. La prueba está en que el PSOE arrasó en Andalucia, demostrando que hay otra manera de hacer política, como ha entendido perfectamente la presidenta Susana Díaz.

Cuando escribo, desconozco qué piensa hacer Rubalcaba, pero sólo es posible esperar de él su renuncia y un adelantamiento del proceso de primarias abiertas porque tras esta estrepitosa derrota el partido no puede permitirse el lujo de esperar hasta otoño, como estaba previsto. Es más, esas primarias han de celebrarse antes del verano porque la organización no puede continuar en la nada discursiva en que está sumida.

Una falta de contenido que ha posibilitado el ascenso espectacular de Podemos e Izquierda Unida, cuyo mensaje „en el que ambos han coincido- de comparar a PP y PSOE ha calado en el electorado. Un discurso que el PSOE no ha sabido contrarrestar „muy contentos no deben de sentirse los responsables de campaña„, perdido en sus cuitas con el inefable Cañete.

Es cierto que, al parecer, hay algunas agrupaciones (Andalucia, por ejemplo) que abogan por un congreso extraordinario, pero me parece que es tan necesario cambiar ya la imagen del PSOE que la celebración de primarias permitiría ese necesario cambio en menos tiempo. Pero lo que sea ha de hacerse ya porque no hay tiempo para el ensoñamiento.

Y no se trata sólo de cambiar la cara del secretario general, que también; se trata de hacer una profunda reflexión y dar un giro radical al discurso del PSOE recuperando su mensaje progresista porque el que ha mantenido, de una tiempo a esta parte, ha dado alas a partidos situados a su izquierda para que convenzan „de manera torticera„ a un electorado desencantado de que los socialistas no se diferencian de los populares en nada, algo aplicable también a los socialdemócratas franceses.

A todo esto, debería de preocuparnos el ascenso de la ultraderecha europea, con partidos eurofóbicos. La lectura de lo que está pasando es muy simple y no hay que ser un genio de los análisis electorales para percibirlo. Las políticas aplicadas por la señora Merkel y sus aliados no son las que los europeos quieren y necesitan.

Hay un proverbio alemán que dice: ¿Qué sentido tiene correr cuando estamos en la carretera equivocada? Al parecer la señora Merkel no se lo ha leído.