Por fin cordura. Por fin algo de lógica en la cuestión de la infanta. Algunos medios de prensa, fieles a su lema, ya se han lanzado a criticar al juez del caso: que si va al gimnasio con sus hijos, que si es un protagonista, que si tiene obsesión por imputar a la infanta€ Lo primero yo también lo haría y no hay costumbre más sana que hacer ejercicio, dando ejemplo a tus hijos. Lo segundo, claro que es protagonista, o a lo mejor es el director o redactor del periódico que lo escribe el que quiere poner el auto sin ser juez. Y lo tercero, si por obsesión se entiende aplicar la ley, lo es con la infanta y con la mujer del socio también imputada. Es tan triste, que da pena leer esos ataques a un juez, por el mero hecho de estar a bien con la Casa Real o vete tú a saber qué intenciones se ocultan bajo esa defensa a ultranza de lo indefendible.

Menos mal que el fiscal parece que va encontrando motivos para no recurrir más, a pesar de haber anticipado su opinión contraria a la imputación antes de que ésta se produjera. La cordura la ha puesto la misma infanta, o quien se lo haya aconsejado a su padre, que ya va siendo hora de que alguien le dé buenos consejos; declarar, según dice, para demostrar que nada tiene que ver. Pues oiga, eso es más cabal que todos esos argumentos peregrinos consistentes en que no se enteraba de nada, porque como dice el populista (y me parece un piropo y no un desprestigio) Revilla, esa afirmación es el hecho más machista últimamente vivido en la historia de España. Mantener que las esposas, reales o plebeyas, de tantos imputados por delitos económicos no se enteraban de las andanzas de sus maridos es tanto como mantener que el sexo femenino aún debe ser tutelado por los hombres. Y en el caso de la hija del Rey, recordaba ese político populista que ella ejercía un alto cargo con responsabilidades internacionales en la Caixa, y en cuestiones financieras. Mientras que a su marido la preparación que se le conoce es la de marcar goles con el brazo izquierdo en una portería de balonmano. Ante eso, es más que sospechoso que fuera ella quien dirigiera o al menos conociera los negocios de su marido.

Por fin, la Infanta imputada; hoy vuelvo a creer en la justicia. Pero que nadie se rasgue las vestiduras, pues es la mejor manera y la más garantista de declarar, ya que estará asistida por un padre de la patria constitucional en su declaración. Si realmente nada tiene que ocultar y es más inocente que los elefantes que cazaba su padre, se le quitará la imputación, y si no, seguirá de esa guisa en el proceso. Luego, el fiscal la acusará o no (más bien no) y la acusación particular acusará sí o sí, y al final al banquillo de los acusados, o no. El paserillo por la rampa de los juzgados de Palma de Mallorca ya nadie se lo va a quitar; lo segundo aún está por ver.

E incluso en el supuesto de que al final se siente en ese banquillo, que ya es una silla, la condena tampoco es segura. Quiero decir que, efectivamente, es muy triste que la hija del Rey tenga que declarar con la foto de su padre enfrente, y que dé la vuelta al mundo la noticia. Pero esto no afecta a mi españolidad ni a la imagen de España fuera de nuestro territorio, sino todo lo contrario, demuestra que al menos aparentemente la Justicia es independiente. La única pena es que tanto pelota que le daba negocios, más o menos ficticios, y dinero muy fácil a don Iñaki por ser yerno del jefe del Estado, no tengan responsabilidad penal, pues al fin y al cabo era dinero público.