Perdone que le moleste, pero se nos acaba el Año Mariano de la recuperación y tengo las mismas ganas de que llegue 2014 que un hipertenso en encontrar un aseo. Ya he llegado a Decartón y voy a comprarme un trampolín para pegar saltos de alegría y de paso poder mandar a tomar por culinario al 2013.Hablando de cocina, lo que más me ha sorprendido, superficialmente claro, de este año tan desagradable, han sido los programas esos de ´Mister Chef´ y la ´Miss Chefo-Matic´. Siempre le he tenido un gran respeto a la alta cocina, pero de ahí a escuchar a los atolondrados alumnos de cocinillas eso de «¡Sí, chef¡», como si fueran soldados rasos delante de un sargento, no sé si me da más pena que risa. A qué grado de supina estupidez hemos llegado con esto de las lentejas. Creo firmemente que se nos ha ido la pinza con el yantar. Pero mientras disfruto de este, nuestro último día del año, San Silvestre, me tomo un café y leo el resumen de LA OPINIÓN que cuenta todo lo que ha acontecido este año. Ya tengo el pañuelo en la mano. Han sido 365 días de retrocesos. De deshumanización basada en el miedo. Ojalá se vaya bien lejos este año de la pérdida de libertades, de conquistas sociales y de acoso. Porque, créanme, nos han querido meter el susto en el cuerpo. Como dibujaba El Roto en una de sus geniales viñetas: no crees en los pecados, pues los haremos Leyes. Ha sido un año en que se han evaporado las ayudas a los más necesitados, se han despedido a miles de trabajadores, han puteado lo que han podido y más a médicos y profesores. Pero ha sido un año en el que Blesa ha seguido cazando, en el que los expolíticos y expresidentes de bancos y cajas han seguido cobrando unos sueldos astronómicos y vergonzantes por parte de las compañías colchón cómo son las eléctricas y afines.

A más de uno, cuyo nombre empieza por santa y acaba en culo, se le tendría que caer la cara de vergüenza por todo lo que ha consentido y/o promovido. Me siento asqueado de las nuevas leyes que protegen a los ladrones ante la ira fundada del pueblo. Me angustia la situación que muchos están viviendo.

Desde mi humilde opinión, el problema radica en que en España no hay inteligentes, hay listos. Y los listos están en todos los estratos sociales, desde los pobres diablos que intentan cobrar el subsidio o la pensión del abuelo que lleva quince años muerto, hasta los exaltos cargos a los que no les tiembla la mano a la hora de firmar una nóminas que te quitan el hipo sin sentido alguno. Sólo por haber vivido de puta madre a costa de los votantes, ahora se prejubilarán de asesores sin seso, con una pensión desorbitada y nada acorde con la mísera realidad que vive este país. La democracia es la mejor de las opciones que tenemos, pero hace aguas por todos lados. Para mí, querido lector, ha sido el año en el que se me han caído los palos del sombrajo. Creía a pies juntillas en una serie de personas e ideas. Pero se me han venido abajo de golpe.

Ha sido un año para olvidar, desde la derecha que escora temerariamente, guiada por las consignas de la Orden, hasta los sindicatos que se están convirtiendo en un lupanar. Estamos en un nido de arpías y con los pies descalzos. Estamos en un país de jetas; con corbata unos y a pecho descubierto otros. Así que para no encenderme más, me voy a ir a ver a los deportistas cuarentones que van a correr la San Silvestre, que ahora mismo, tempranico, están estirando la musculatura y concentrándose al máximo. Hacen bien en no pensar y correr como Forrest Gump. Al menos no se calientan como un servidor. Los gandules como yo somos más de sudar viendo correr en la tele. Para muchos, el último día del año es para ir a una venta a morirse de colesterol, pero a estos no los veo yo calzándose una mariscada de longaniza y morcilla, con unos güevos fritos y panceta. Los veo más de desayunar Olbran de esos. Habrá que imitarlos y correr como ellos. Seguro que serán los primeros en dejar atrás este mal año. Aunque yo con pantalón corto doy más miedo que Hannibal Lecter en El Portús. Por mí le pueden ir dando por culto al 2013. Que tenga usted una feliz entrada de año, querido lector, y si ha sido uno de los premiados en la Montoro-lotería, que sepa que el Estado le agradece enormemente su desinteresada aportación del veinte por ciento.