Hay un pueblo orensano que se dice Avión. Con ese nombre, la aldea estaba predestinada a pasar a la historia, pero no a la de la estulticia. De Avión, como de casi todos los pueblos gallegos del interior, tuvieron que emigrar sus habitantes a buscarse la vida, en especial durante los años veinte y treinta del pasado siglo. Viajaron a México, Venezuela y Panamá, sobre todo, y en esos países algunos se hicieron ricos; tanto que empezaron a temer por su vida y la de los suyos y muchos pasan largas temporadas en Avión, donde han restaurado sus viejas casas convirtiéndolas en mansiones, o han construido otras que no escapan a ese culto al feísmo que acompaña al nuevo rico en especial si es gallego. También han inundado la comarca de coches de alta gama, por supuesto marca Mercedes, consustancial al emigrante que ha tenido éxito, pero también Ferraris y Lamborginis.

Cada verano, emigrantes triunfadores, familiares y allegados, se concentran en una particular cena convocada por un anfitrión de cuyo nombre no quiero acordarme. Pero este año ha habido gran novedad, acudió Carlos Slim, empresario mexicano que aparte de ser amigo de Felipe González, es el hombre más rico del mundo, según esos listados tan sesudos e interesantes. Y ¡cómo no! su presencia fue recogida con amplio despliegue gráfico y tipográfico en distintas ediciones de los periódicos galaicos.

El anfitrión llegó a decir que «estoy seguro de que Carlos Slim volverá a Galicia» (titular a cuerpo 48)cosa que nos congratula a todos y también es una buena muestra del papanatismo hispánico que tan bien reflejó Berlanga en 'Bienvenido mr Marshall'- especialmente enquistado en el imaginario de los gallegos.

Todo ello me entristece, por ser gallego de nacimiento, por ser orensano por parte de padre, por «el no sirvas a quien sirvió» y otras generalizaciones absurdas. Galiza/Galicia, es mucho más que Avión, los emigrantes ricos y las visitas de Slim; y poco menos, es sabiduría popular y resignación infinita (Castelao).