No descubro nada nuevo al señalar que ser y sentirse parte de una tierra (en este caso Murcia), de sus paisajes y de sus costumbres, pero también (y sobre todo) de sus gentes, es una experiencia que se reafirma en cada uno de nosotros al compartirla. Es en el acto de compartir cuando realmente nos hacemos conscientes de quiénes somos como colectividad, de nuestro legado, y sobre todo, del horizonte que queremos recorrer juntos.

Cuando la televisión autonómica en Murcia empezó sus primeras emisiones el 14 de abril de 2006, en plena Semana Santa, lo hizo precisamente con ese objetivo: que el millón y medio de personas que viven en su casi medio centenar de municipios, desde Cartagena hasta Lorca, desde Águilas hasta Jumilla, pudieran unir la diversidad de sus voces en un proyecto común.

Contar con una televisión autonómica en Murcia es una forma de reivindicarnos, de conocernos a nosotros mismos y de darnos a conocer. Pero también, es un espacio donde encontrarnos ante un momento de necesidad, como ocurrió durante el trágico terremoto de mi ciudad natal, Lorca, cuando 7RM se volcó con el pueblo. Juntos en la adversidad, sí, y también en las alegrías: la televisión es ese lugar donde celebrar juntos nuestros éxitos o simplemente, y aunque sea desde la placidez de nuestros hogares, disfrutar de alguna de las magníficas festividades que pueblan nuestra tierra.

Para una región como la nuestra, pequeña en el conjunto de España, pero con una personalidad inconfundible, tener un medio de comunicación moderno, de todos y para todos los murcianos, y capaz de cubrir la totalidad del territorio, es de una importancia capital. Lo es por su rentabilidad social, sin duda; pero también por su capacidad para dinamizar algunos sectores clave de nuestra economía.

Por ello, hoy quiero defender la necesidad, pero también la viabilidad de una televisión autonómica al servicio de los ciudadanos y bien gestionada. Un ente que, lejos de convertirse en un gasto inasumible en momentos de dificultad, preste un servicio de manera económica y pueda jugar, además, un papel importante en la dinamización de la economía de Murcia, a través de un sector de futuro como es la industria audiovisual, más aún cuando se concibe a ésta de manera innovadora y con una fuerte base tecnológica. De esta manera se contribuiría, entre otras cosas, a que Murcia sortease con éxito la tan temida 'brecha digital', y se situase a la vanguardia en nuestro país en creación de contenidos digitales.

Este mandato social viene avalado por todos los dictámenes e informes más recientes de la Unión Europea, donde se defiende la necesidad de impulsar las televisiones públicas desde su adaptación al nuevo contexto digital.

Los murcianos nos merecemos ese canal donde compartir nuestras tradiciones y singularidades, nuestros problemas y nuestros logros; un medio que nos ayude a recordar lo que hemos sido, y a reflexionar sobre el futuro que queremos.

Podemos hacerlo. La experiencia nos ha enseñado qué errores no debemos cometer y qué camino debemos seguir. Podemos tener una buena televisión autonómica y que a su vez sea la menos costosa del país, todo un referente para el resto de televisiones autonómicas, que en la actualidad buscan un nuevo modelo que haga posible su continuidad.

Y si lo podemos hacer, es porque sabemos cómo hacerlo. Si algo sabemos los murcianos es que con poca agua se puede obtener mucho. Venimos siglos sacando provecho de un bien escaso, y hemos aprendido a administrar lo que tenemos con austeridad e inteligencia.