Hay personas que pasan a ser personajes de la historia reciente de las ciudades por sus obras o aportaciones. Unas veces dejan legados artísticos que se admiran durante siglos, otras dejan recuerdos de su paso, pero hay unas pocas, muy pocas, que nos dejan esa mezcla de arte, pureza, espíritu y enriquecimiento personal e intelectual, a las que en otro tiempo se les hacía una estatua de bronce y se les elevaba en el pedestal de plaza o jardín. Cuánto nos hubiese gustado conocer a Isaac Peral, o a Fléming, o a Francisco de Asís, oÉ Pues bien, en este tiempo y delante de nosotros caminan personas que algún día serán recordadas por sus obras y seremos envidiados por generaciones futuras que no habrán tenido el enorme placer de conocerlas.

Una de esas personas de hoy es José Luis Mendoza, padre de la UCAM.

Conocí a José Luis hace 35 años cuando luchaba por aportar a la enseñanza algo nuevo de lo que carecían escuelas y universidades públicas. Primero por la murciana calle de Correos; falto de espacio se mudó a los sótanos del colegio Parra, para irse más tarde al monasterio de los Jerónimos. No contento ni satisfecho con su labor educativa, formativa y religiosa, durante estos últimos tiempos ha extendido sus brazos fuera de las fronteras naturales de la Región de Murcia.

Hombre querido y no odiado, prudente a la vez que atrevido, humano hasta en las duras decisiones, está dejando cada día su huella formativa en miles de vidas que nos abren el futuro. Luchador de luchadores, no solo le ha dado su paternidad a más de una decena de hijos sino que ha acogido y acoge como tales a todos los alumnos de su Universidad.

Su despacho siempre abierto, dispuesto a recibir a quien desee hablar con él, a pesar de sus muchos compromisos y obligaciones, es un símbolo de lo que el ser humano puede y debe hacer.

Las diferentes carreras universitarias que albergan las paredes de Los Jerónimos son un referente nacional e internacional que sirve de orgullo para todos los murcianos de la región. Su empeño por avanzar en todos los sectores educativos le ha granjeado muchos disgustos, pero consciente de que es portador de una protección especial, que no es de este mundo, ha seguido adelante consiguiendo metas para uso y beneficio de todos.

Su gran talante conversador, dialogante, reposado y sincero, impregna el ambiente cuando estas reunido con él. Sabe ceñirse a la altura de sus interlocutores y jamás hace gala ni ostentación de su enorme bagaje cultural. Promotor de actos educativos y de fe, sin escatimar recursos económicos, nos trae a la Región a personalidades de todo tipo que jamás hubiesen pisado suelo murciano de no ser por su generosidad, entre las que se encuentra el anterior papa.

Le rodea un especial y muy bien preparado equipo de protocolo, que es la envidia de cualquier político.

Ahora quiere llevar a su tierra su patrimonio educativo y cultural, no porque lo necesite crematísticamente, sino por amor a Cartagena, ciudad que le vio nacer y crecer a las puertas del Rincón de Pepe, en donde se degustaban las mejores tapas que se puedan imaginar.

José Luis Mendoza es ese personaje actual del que, en el futuro, se escribirán muchas tesis universitarias.

Un placer.