stán tres científicos, uno de ellos español, en un bar, y el español pregunta a los otros: «¿Qué van a tomar los señores?». Es un chiste que, desgraciadamente, refleja la situación de la ciencia española tras el tsunami Wert.

Tras el ´finiquito diferido´ de la verduga del trasvase Tajo-Segura „¿dónde estarán almacenados los añejos carteles de «Agua para todos» que decoraron nuestros Ayuntamientos durante casi cuatro lustros?„, De Cospedal, y el «nada de lo que se ha publicado es verdad, salvo alguna cosa», del gallego que llegó a la Moncloa en loor de multitudes prometiendo maravillas que devinieron horrores cuando ya era demasiado tarde, la última demostración de las dificultades que tienen estos supuestamente bien educados retoños de las clases altas españolas, esas que siempre se alimentaron bien mientras la mayoría, como Lázaro de Tormes, intentaba birlarle unos cuantos granos de uva a sus también famélicos amos, para explicar lo inexplicable es la ´barra de Montoro´, la gran protagonista de otra surrealista explicación made in PP.

Montoro, ese pequeño sosias del Nosferatu de Murnau „si ven la película me entenderán„, fue encargado por el Gobierno para instruirnos en algunas de las claves del proyecto de reforma de la Administración parido por los técnicos del Gobierno tras dieciocho meses de arduo trabajo. No sé si esos técnicos a sueldo „suculento, supongo, aunque no reciban sobres con cash como los que, desde hace décadas, disfrutan los jerarcas del partido„ han sido asesorados por algún comité ad hoc de sabios, también se supone que espléndidamente pagados ya que aquí nadie, por muy patriota que sea, hace nada gratis. Como el que inspiró a Wert su nefasto decreto sobre Universidades públicas que ha colapsado a estas instituciones, para gozo de chiringuitos privados como alguno de por aquí cerca. O el más reciente, formado mayoritariamente por tipos ligados a aseguradoras privadas y a bancos, montado por la mejor colaboradora de la Virgen del Rocío en este valle de lágrimas que es la España actual, la ministra Báñez „¿no suena a oxímoron poner seguidas estas dos palabras, ´ministra Báñez?„ para tener una excusa ´científica´ que justifique el atraco al que van a ser sometidos los pensionistas, actuales o futuros, el siguiente colectivo afectado por la estafa que puso en marcha el caudillín Aznar cuando dictó, en 1998, que todo terreno carpetovetónico era edificable.

Solo un día antes, Montoro, obligado por la multitud de chistes y teorías conspiratorias que había generado, tuvo que salir a intentar explicar el surrealista informe enviado por la Agencia Tributaria al juez Castro que adjudicaba a la infanta Cristina nada menos que trece ventas, simultáneas, en cuatro provincias españolas, con la participación de diferentes notarios y registros de la propiedad, de trece fincas que nunca fueron de su propiedad mientras faltaba la única transacción real efectuada por la hija del Rey, una vivienda barcelonesa vendida en 2006 por 2,2 millones, que generó una plusvalía del 302%, de la que la infanta era propietaria de un 25%. Quien quiera disfrutar de un ´momento empanadillas-Encarna´, referencia al inmortal sketch de Martes y Trece, puede pasarse por YouTube y ver al jiennense luchando denonadamente con el castellano para acabar derrotado con la misma contundencia que Tahití lo ha sido por La Roja: repitió, nada menos que 38 veces, que había sido un error ´de denesises´ „¿de quién? ¿de notarios y registradores? ¿de la Agencia Tributaria?: «No estoy en condiciones de decirlo», sostuvo„, y el resto del tiempo lo usó para exorcizar ´fantasmas voladores´ creados por los informadores. Lo mejor del discurso, que habrá contribuido, sin duda, a consolidar la ´marca España´ allende nuestras fronteras, fue que, por fin, el pequeño matón pidió disculpas. Sí, fue a la familia real y no a los periodistas, actores o adversarios políticos a los que hace poco llamó ´defraudadores´ mientras ahora le aplica a Messi y a su papá la presunción de inocencia. Pero por algo se empieza, ¿no?

Pues al día siguiente se superó a sí mismo al intentar explicar algunos aspectos del proyecto de reforma de la Administración. Cuando se lía con ´la barra´ del año 2012 de un gráfico de consumo público que formaba parte del power point que intentaba glosar, el espectador no puede sino pensar que ha sido poseído por el espíritu de Antonio Ozores. Cualquier espectador, ¿eh?: si miran el vídeo del acto, verán a la vicepresidenta de su Gobierno, sentada en primera fila, llorar literalmente de risa.

Y es que es imposible, incluso para mentes preclaras „lo que no es el caso„, que tipos que se han repartido, en sobresueldos, más de veintidós millones de euros, den una explicación coherente de las agresiones cometidas contra los ciudadanos, sobre todo en sanidad y educación, en nombre de la austeridad. Y sin haber nacido argentinos.