Para enseñar a caminar a nuestros hijos los animamos a que se levanten y vengan hacia nosotros, que los esperamos con los brazos abiertos, y cuando se acercan nos alejamos un paso para que aprendan a resistir y perseverar en pos de la meta, donde aguardan el descanso y el cariño. Mi añorado Eugenio Torrecilla hacía algo parecido en la tertulia: para lograr su confianza teníamos que leer los siete tomos de En busca del tiempo perdido, de Proust, cumbre literaria; cuando los leímos, se alejó otra vez para embarcarnos en los 46 Episodios Nacionales, de Galdós; pero, terminados éstos, volvió a tomar distancia hasta que abordamos los 85 tomos de La ilusiones perdidas, de BalzacÉ Así ocurre con el FMI y España: ahora nos dicen que tenemos que arrastrar nuestros episodios nacionales hasta 2015, en busca del tiempo y las ilusiones perdidas.