Harta en gran medida no poder poner freno a la caprichosa selección de la muerte que vuela de aquí para allá sembrando desconcierto. Hay nueva luctuosa noticia con la muerte de José Luis Sampedro, escritor y humanista implicado pública y muy seriamente en los problemas de la sociedad de nuestros días. Hemos perdido una mente lúcida, de las necesarias siempre, con un sentido común poco común. Sus argumentos estaban avalados por su gran trayectoria como hombre del pensamiento. Tomó partido por los ciudadanos de vida más compleja, precaria y deteriorada en el bienestar en general y en lo económico, particular.

Nos ha dejado, eso sí, cantidad de reflexiones y consejos para la lucha y resistencia ante los ataques del poder; de todos los poderes y su soberbia sin misericordia. "De la indignación nació la resistencia contra el nazismo y de la indignación tiene que salir hoy la resistencia contra la dictadura de los mercados. Debemos resistirnos a que la carrera por el dinero domine nuestras vidas".

En los últimos tiempos sus manifestaciones públicas promoviendo la fortaleza ante las circunstancias ha ocultado un tanto e injustamente la importancia de su obra literaria, escrita con profundidad durante décadas. Los jóvenes indignados se han sentido amparados por la ayuda de su presencia y magisterio, por el apoyo que han sentido de un humanista que ha vivido el siglo XX y parte del XXI, esquivos, tendenciosos y poco solidarios en estos momentos, una personalidad nada sospechosa de emplear un testimonio y diálogo dislocado; todo lo contrario, sus palabras dieron esperanzas a muchos que deshacen sus esfuerzos en la búsqueda del bien general.

"Que la pasen ustedes bien" es el epitafio que él mismo dijo que le gustaría que decorara su tumba. Su mujer, Olga Lucas, ha declarado que "entendía la muerte como una parte de la vida. Por eso no le gustaban las parafernalias".

Su pérdida como referente moral ante la crisis de valores actuales en el mundo de la política, en el seno de algunas instituciones y la soberanía de la ambición por lo material y el falso oro deslumbrante se hará notar en el espíritu de quienes veían en él la guía moderada de su ejercicio intelectual. Se echará de menos en profundidad su serenidad y experiencia ante los acontecimientos que inquietan a una mayoría preocupada por un futuro incierto.