?Como economista, José Luis Sampedro, fallecido a los 96 años el pasado martes, se veía a sí mismo como el conductor de un "viejo carromato" arrastrado por un jamelgo ante el que, en un paso a nivel, se detiene un tren modernísimo desde cuyas ventanillas famosos economistas y premios Nobel le incitan a subirse a un vagón lujoso; pero el hombre del carromato niega con la cabeza y dice: "No puedo, compañeros, seguís unos carriles que os llevan hacia el norte de vuestra vieja brújula y cada kilómetro os acerca a chocar con vuestros límites; yo, en cambio, camino hacia la vida del sur (...). Iré despacio, pero en la buena dirección, hacia una cultura que no nos degrade, como la vuestra, que prefiere el desarrollo de las cosas al desarrollo del hombre mismo".

Esa fábula que Sampedro repitió con alguna frecuencia en sus conferencias y escritos retrata con pericia su ejecutoria como economista, la de un pensador disidente que investigó y enseñó desde una disidencia muy personal y difícil de clasificar, pero que se caracterizaba por el empeño en el compromiso humanista: poner al hombre, antes que al dinero, en el centro de la economía. Carlos Berzosa, uno de sus discípulos, recuerda siempre la que él considera primera lección de José Luis Sampedro: "La economía no debería ser el estudio de la riqueza, sino de la pobreza".

El economista Sampedro ejerció en los frentes de la Administración pública, de la academia y de la divulgación. Como estudiante, formado en Madrid, se cuenta entre los discípulos de Valentín Andrés Álvarez, intelectual asturiano vinculado a la generación del 27 que dejó honda huella en varias generaciones de economistas. "Junto al maestro aprendí que los bienes no se reducen últimamente a dinero, aunque se esfuercen en ello las mandíbulas del mercado", dejó escrito en 1978 en una obra en homenaje al profesor. Con las enseñanzas de Valentín Andrés prendió el interés de Sampedro por la asignatura de Estructura Económica, una disciplina entonces de nuevo cuño en España y que, en un resumen profano y a vuela pluma, intenta llegar al tuétano de la economía, a esa parte que se sacude sobre todo en episodios como el que ahora vive el mundo y donde suelen estar las preguntas y las respuestas de lo que ocurre.

Tal interés cuajó en la obtención de la cátedra de Estructura Económica en la Universidad Complutense de Madrid, trabajo que compaginó con otro como economista en el Banco Exterior. Eran los años finales de la década de los cincuenta y la España famélica de entonces intentaba dejar atrás la dolorosa autarquía del primer franquismo. José Luis Sampedro participó desde el Banco Exterior en el proceso de apertura internacional de la economía, colaborando en misiones y negociaciones con otros países.

Algunos años después, con España enganchada a un ciclo de intenso crecimiento, estuvo entre los primeros en hablar de europeismo, "cuando hacerlo no era cosa fácil", remarca Berzosa. No era infrecuente en aquella época, con Franco en el poder, escuchar a Sampedro en sus clases o conferencias criticar, por ejemplo, el carácter "autoritario" de los Planes de Desarrollo.

Un comentario suyo de un documento de 1966 informa no ya de su condición intelectual, sino del sentido del humor con el que salpicaba sus intervenciones y que formaba parte, junto a su rebeldía, gran cultura y capacidad de análisis, de sus armas para seducir a los auditorios y en especial a sus alumnos: "He desarrollado el tema -comentó conferenciando sobre desarrollo regional- en otro de mis libros, cuya lectura no aconsejo a nadie porque son setecientas páginas y yo mismo, si ahora me obligasen a leérmelo, me consideraría gravemente sancionado por quien me obligara".

La obra investigadora y de divulgación de Sampedro está recogida en obras como Las fuerzas económicas de nuestro tiempo (1975), Conciencia del subdesarrollo (1971) -donde el economista ahonda en una de las desigualdades entre Occidente y los países pobres- o en La inflación (1976), trabajo este último, reeditado en 2012, donde quien en la última etapa de su vida se convirtió en icono intelectual de los 'indignados' españoles trataba de desmontar las teorías monetaristas sobre la inflación y el pensamiento de Milton Friedman, faro de la Escuela de Chicago y del neoliberalismo que dominó el pensamiento económico a partir de la crisis de los años setenta.

Sampedro ha llegado a hablar en algunos de sus escritos, sin ambages, de su "desprecio" por el pensamiento de Friedman. Aunque ese juicio no permite por sí mismo encasillar al economista barcelonés en ninguna etiqueta ideológica o política más allá de una versión muy personal del socialismo. Atacó tanto el 'consumismo' capitalista como el mito del 'productivismo' en el socialismo real. Su utopía era otra. En algún momento la sintetizó citando unas palabras del asturiano Valentín Andrés Álvarez, una frase que, decía José Luis Sampedro allá por 1978, nunca le había abandonado: "Trabajar con disciplina y vivir con libertad".