En una Región siniestrada por políticas económicas nefastas persisten los grandes proyectos ideados o asumidos sin más objetivo que el relumbrón y la espectacularidad, faltos del análisis necesario sobre su utilidad general o su prioridad comparativa. Y así, ocurrencia a ocurrencia, disparate a disparate se maquina y fragua la perdición de la economía regional. Me interesa aludir en especial a las obras de ingeniería cuando éstas destacan por sus dimensiones y, sobre todo, por su falta de justificación, así como por eludir una evaluación correcta de sus repercusiones negativas globales. Ejemplo, el proyectado puerto de contenedores en el Gorguel.

Siempre, y desde diversos enfoques, me ha interesado esta 'ingeniería política' que procede de la política en su peor expresión (capricho, exhibición, malgasto). Por mi relación primeriza (1969-74) con las grandes plantas industriales como ingeniero de instrumentación electrónica en los principales tipos de industria pesada (siderurgia, química, petrolera, nuclear); por mi dedicación como periodista económico dedicado a informar sobre las inversiones energéticas e industriales de la última etapa del desarrollismo español (1974-79); por los largos años de consultor ambiental, en que ha tenido que estudiar y analizar, desde su impronta ambiental, numerosos proyectos de todo tipo (1979-2007); como profesor que desde 2002 enseña a futuros ingenieros, y rodeado de ingenieros, las relaciones entre ciencia, tecnología y sociedad; y como ecologista que desde principios de 1974 presta la mayor atención a las relaciones de la tecnociencia con la naturaleza. Por todo ello me declaro convencidamente crítico frente a la vigencia de una mentalidad ingenieril pretenciosa y ciega, tantas veces fanática y que multiplica y acumula innumerables pruebas de daño, agudo o persistente, en los ecosistemas y en los recursos naturales no crematísticos; me opongo por su perfidia ambiental, sí, pero más todavía por sus pretensiones globalmente excesivas. Y reivindico (porque también la conozco) la ingeniería de evidente utilidad general, que sirve tanto a la sociedad como a la naturaleza, estimulante, culta y responsable; o sea, la contraria a la del Gorguel.

El caso del proyecto del Gorguel es el principal ejemplo de ocurrencia ingenieril criticable que tenemos por delante, tanto por suponer un grande y caro diseño sin base ni justificación adecuadas como por constituir un caso 'de libro' de empecinamiento y abuso de ingeniería política en su versión más negativa. Y cuyos motivos de rechazo vienen siendo enunciados, a contrario pero casi magistralmente, por el verbo vigoroso, con frecuencia agresivo y sobre todo arrogante, del economista Adrián Viudes, el poderoso director del puerto de Cartagena y osado defensor (creo que incluso ideador) de tal proyecto.

Por supuesto que la campaña de Viudes encaja perfectamente en el entorno político que lo ampara y, al tiempo, lo escucha embobado: ese poder político del PP regional, rimbombante y papanatas que no acusa el ridículo que inspira con su manía por atribuirse eslóganes y récords en sus planes o proyectos: que si "proyecto referencia en el Mediterráneo" para Marina de Cope, que si "Califormia de Europa" para la región y su prometedora economía, que si "puerto de Madrid" para el Gorguel, que además "restará tráficos a los puertos del norte de Europa"É Tontunas inacabables desde un poder catastrófico y en quiebra, que no se muestra capaz de entender que ni se pueden tener dos aeropuertos a treinta kilómetros ni dos puertos en diez. Un poder que en muchos aspectos y ocasiones recae en ingenieros cuyo horizonte e ideal, por ejemplo en el litoral, parece ser cubrirlo de hormigón con puertos a discreción (comerciales, deportivos) y de urbanizaciones 'ejemplares' que asombren el mundoÉ (y, añado, con escolleras innumerables cuando el cambio climático las imponga, multiplicando proyectos, gastos y actividades).

Que no se moleste Viudes si le digo que a mí me molestó que un día él, economista tan sobrado, retara al ayuntamiento de La Unión, que se opone al Gorguel, a que le expusiera "una sola razón de por qué no es incompatible el Gorguel con la regeneración de Portmán", insistiendo en "no entender la postura de los unionenses" y añadiendo que "la actitud que mantiene el Consistorio no tiene sentido". Esto me recordó otras bravuconadas de ex políticos regionales que han ido acabando de mala manera, en parte debido a su chulería (estoy pensando en el ex consejero Marqués).

Pero el economista Viudes me parece sobradamente inteligente, aunque poco capaz de reconocer excesos; y me pregunto si estaría dispuesto a debatir sobre el puerto del Gorguel en todos sus aspectos, en libertad y equilibrio. Puede que no lo considere necesario, pero también en esto se equivoca.